La guerra contra el Dios de la Biblia nunca triunfará

Ramón Arias | 6 de abril de 2015

Hay mucha ira contra los republicanos que no tienen el valor para luchar por la libertad religiosa en Estados Unidos. Constantemente se desmoronan ante los de la izquierda y sus aliados, al hacerlo, contribuyen a la muerte de nuestra nación. Si tú sabes algo acerca de la historia, estás consciente de los hechos que causan la muerte de las grandes naciones.

¿Sabías que los Preámbulos de las cincuenta constituciones estatales reconocen con gratitud a Dios Todopoderoso por nuestras libertades civiles y religiosas y reafirman su fe y confianza constante en Dios? Busca lo que el Preámbulo constitucional de tu estado dice, y ¡serás gratamente sorprendido! 

Los estadounidenses tienen un gran pasado y no debe ser desperdiciado, no sea que dejen a un país en ruinas para las futuras generaciones y sólo los recuerdos de lo que las generaciones anteriores perdieron.

«Aquellos que no conocen la historia están condenados a repetirla», y «La gente que no estima la posteridad, nunca mira hacia atrás a sus antepasados». – Edmund Burke (1729-1797) 

«Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo». – George Santayana (1863-1952)

Las dos fechas para recordar con el fin de comprender el verdadero fundamento de los Estados Unidos son noviembre de 1620 y julio de 1776. Ambas fechas están relacionadas con la lucha contra la tiranía y la búsqueda de la libertad religiosa. Si los cristianos no ganan esta pelea ahora, no existen nuevos horizontes hacia donde migrar para restablecer una vez más sus derechos dados por Dios para vivir de acuerdo con el consejo de los principios bíblicos. Por lo tanto, hago un llamado a la los cristianos estadounidenses que se basan en la Biblia para decidir firmemente el futuro de la nación. Ahora es cuando hay que actuar.

Los que están en guerra contra los principios cristianos no saben que realmente están en guerra no contra el creyente bíblico sino contra el Omnipotente, Omnisciente y Omnipresente Dios; ¡nuestro Padre celestial! 

La noche en que Jesús comió la cena de Pascua con sus discípulos, les advirtió de lo que podían esperar de los enemigos de Dios; horas más tarde, fue arrestado: 

“Si el mundo los odia, sepan que Me ha odiado a Mí antes que a ustedes. Si ustedes fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no son del mundo, sino que Yo los escogí de entre el mundo, por eso el mundo los odia. Acuérdense de la palabra que Yo les dije: ‘Un siervo no es mayor que su señor.’ Si Me persiguieron a Mí, también los perseguirán a ustedes; si guardaron Mi palabra, también guardarán la de ustedes. Pero todo eso les harán por causa de Mi nombre, porque no conocen a Aquél que Me envió. Si Yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado (culpa), pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que Me odia a Mí, odia también a Mi Padre. Si Yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado (culpa); pero ahora las han visto, y Me han odiado a Mí y también a Mi Padre. Pero ellos han hecho esto para que se cumpla la palabra que está escrita en su Ley: ‘Me odiaron sin causa.’ 

“Cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, es decir, el Espíritu de verdad que procede del Padre, El dará testimonio de Mí”. Juan 15:18-26

Como sabemos, los seguidores de Cristo fueron comisionados para discipular a las naciones, que en sí era una tarea monumental. No solo tuvieron que enfrentar el fracaso del pueblo judío en comprender el cumplimiento de la misión del Mesías, sino que también fueron comisionados para introducirle a las naciones el plan de salvación de Dios y Sus absolutos en todas las áreas de la vida. Esas órdenes no han sido rescindidas. La comisión de Cristo permanece en efecto a todos sus seguidores a través de todas las generaciones. 

El pueblo de Dios ha participado en esta batalla entre dos tipos de seres humanos con todos sus altibajos, las persecuciones y la marginación. Durante más de dos mil años, esta batalla se ha intensificado. A partir de Su concepción sobrenatural, Su vida pública, Su muerte en la cruz, Él se levantó de entre los muertos, y durante cuarenta días testificó a la gente de que estaba vivo. Después, ascendió al cielo y ahora está sentado a la diestra del Padre intercediendo por nosotros. Desde la perspectiva de Dios, sólo hay una raza humana dividida en dos bandos. En un bando están los que son hijos de la obediencia a Sus preceptos y en el otro bando están los hijos de desobediencia. Esta es la manera de que los Apóstoles entendieron el Reino de Dios y lo transmitieron a través de sus cartas a los primeros cristianos:

«Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad». Romanos 1:18 

«Que nadie los engañe con palabras vanas, pues por causa de estas cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia». Efesios 5:6 

«Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible—, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios. Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás». Efesios 2:2-3

«Pues antes ustedes estaban llenos de oscuridad, pero ahora tienen la luz que proviene del Señor. Por lo tanto, ¡vivan como gente de luz! Pues esa luz que está dentro de ustedes produce solo cosas buenas, rectas y verdaderas.

Averigüen bien lo que agrada al Señor. No participen en las obras inútiles de la maldad y la oscuridad; al contrario, sáquenlas a la luz. Es vergonzoso siquiera hablar de las cosas que la gente malvada hace en secreto. No obstante, sus malas intenciones se descubrirán cuando la luz las ilumine, Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos». Efesios 5:8-13, 15-16 

“Por lo tanto, vivan como hijos obedientes de Dios. No vuelvan atrás, a su vieja manera de vivir, con el fin de satisfacer sus propios deseos. Antes lo hacían por ignorancia,” 1 Pedro 1:14

«No pasarán el resto de la vida siguiendo sus propios deseos, sino que estarán ansiosos de hacer la voluntad de Dios». 1 Pedro 4:2

De manera interesante, los Padres Fundadores entendieron la dicotomía de la naturaleza humana: el pecado y la bondad. Esta es la razón por la que estaban pasando un momento muy difícil al formular los documentos que rigen la vida civil. También entendieron que ninguna cantidad de fuerza humana o legislación podría cambiar el corazón de una persona pecadora. Expresaron este concepto una y otra vez en muchos de sus escritos.

Considera lo que Madison y Hamilton tenían que decir al respecto. En El Federalista No. 55, James Madison escribió en 1788: «Como hay un grado de depravación en la humanidad que requiere un cierto grado de cautela y desconfianza, así también hay otras cualidades de la naturaleza humana que justifican una cierta porción de estima y confianza. El gobierno republicano presupone la existencia de estas cualidades en un grado más alto que cualquier otra forma».

En El Federalista No. 78, Alexander Hamilton escribió: «la locura y la maldad de la humanidad, la naturaleza humana tal como es, sin adular su virtud o exagerar sus vicios. ‘Los hombres son ambiciosos, vengativos, y rapaces'». 

George Washington, al igual que el resto de los Padres de la Patria, también entendió la raíz del problema y la solución a la pecaminosidad, cuando dijo, «La bendita religión revelada en la palabra de Dios seguirá siendo un monumento eterno y terrible para demostrar que la mejor Institución puede ser objeto de abuso por la depravación humana; y que pueden incluso, en algunos casos hacerse subordinada a los propósitos más viles».

Si el corazón de una persona no se reforma nunca puede haber un buen resultado. Esta es la misma razón que la gente necesita saber cómo librarse de la naturaleza pecaminosa por la obra redentora de Cristo en la cruz. Si aceptan el don de una nueva vida de Dios en Cristo, el resultado sólo puede ser bueno.

Durante su vida pública, y en la cruz, Jesucristo destruyó las obras del diablo. Con su resurrección Él selló la victoria para la humanidad. Esta es la razón por la que George Washington declaró que las naciones deben aceptar esta responsabilidad ante Dios si querían tener éxito: «Es el deber de todas las naciones reconocer la providencia de Dios Todopoderoso, obedecer su voluntad, a ser agradecidos por sus beneficios, y humildemente implorar su protección y favores», y «Las sonrisas favorables del Cielo nunca se pueden esperar en un país que no toma en cuenta las reglas eternas de orden y derecho, que el Cielo mismo ha ordenado». 

¿Cómo sé que la guerra contra el Dios de la Biblia nunca tendrá éxito? La historia me lo corrobora. Como seguidores de Cristo, tenemos muchas batallas sucediendo al mismo tiempo en diferentes frentes, sin embargo, nunca debemos olvidar que así como nos dieron la oportunidad de aceptar o rechazar a Cristo, también debemos tener compasión por aquellos que están atados por sus pecados, y en las garras de Satanás. Ellos se merecen la oportunidad de escuchar las Buenas Noticias del Evangelio de Cristo. 

Al mismo tiempo, no podemos hacernos de la vista gorda a la maldad que tanto predominan en nuestra nación. Tampoco podemos ser apáticos, guardar silencio o ser fugitivos cobardes de la intensa presión del conflicto que asola a todas las áreas de nuestra vida cultural. Jesucristo venció a la muerte y es Señor de todo, no sólo de la iglesia.

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