La verdadera Biblia y la Sexualidad

Gary DeMar  | 11 de noviembre de 2011

Siempre me siento intrigado cuando veo un artículo en un sitio web liberal que trata sobre algún tema bíblico. Deseo lo mejor, pero espero lo peor. El último artículo está escrito por Amy-Jill Levine y Douglas Knight para The Huffington Post. El título es suficiente: «La Biblia y la Sexualidad.»

Hay más equivocación en este artículo que lo que se encuentra en el Registro del Congreso. Por ejemplo:

«[A]ntes de que siquiera preguntemos, ‘¿Qué dice la Biblia?’ es necesario que preguntemos ‘¿La Biblia de quién?’. Los cánones –y también los cañones– difieren entre las diferentes iglesias cristianas, así como entre judíos y cristianos, y también lo hacen las traducciones. Por otra parte, la Biblia está abierta a múltiples interpretaciones: tenemos que determinar qué es metáfora y qué ha de ser tomado literalmente, lo que es un caso específico y lo que tiene valor general, lo que es una cuestión de elección personal y lo que debería ser legislado.»

Permítame esclarecer las cosas. Lo que los autores están diciendo es que no existe una manera real de determinar lo que la Biblia dice sobre el tópico de la sexualidad. En realidad, la Biblia es tan clara en materia sexual que se hace necesario enturbiar las aguas de la interpretación siempre que sea posible.

¿Cómo logran esto los autores? No comenzando por el principio. En lugar de empezar por Génesis y el relato de la creación, los autores comienzan con el Cantar de Salomón/el Cantar de los Cantares. Al comenzar por el medio del Antiguo Testamento, los autores desvían a sus lectores.

Es en el relato de la creación que la norma se establece. Una relación matrimonial que incluye un varón y una hembra. Es tan claro, que los autores tienen que enredarse en un juego de malabares interpretativos que la mayoría de los lectores no notará. Más adelante en el artículo usan Génesis 2:18 de manera ambigua para apoyar las relaciones homosexuales. He aquí una traducción literal del pasaje:

«Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.»

El hombre es Adán, que es varón. He aquí como los autores reinventan el verso: «dado que Génesis 2:18 dice que no es bueno para el ser humano estar solo…» La lectura clara del texto –sin metáforas ni alegorías– es una norma intemporal de una relación matrimonial bíblica: un hombre y una mujer. Sin embargo, al traducir la palabra hebrea adam como «ser humano» en lugar de realizar la traducción más precisa que sería «hombre», crean lugar de esta manera para las relaciones homosexuales. ¡Así los autores pueden proclamar que está justo ahí en Génesis! Adán y Eva / masculino y femenino, se convierten en «humano y humano.»

Tenemos confirmación en el Nuevo Testamento que la traducción y el significado literal son correctos porque Jesús se refiere a la creación de Adán y Eva como el estándar para una relación matrimonial bíblica.

«Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.» (Mateo 19:4-6)

No hay equivocación por parte de Jesús. Un ‘hombre’ y una ‘mujer’ son el tema de discusión, no dos «seres humanos» indefinidos-a-ser-definidos-más-tarde-a-conveniencia, que pueden incluir dos hombres o dos mujeres.

A continuación tenemos más de sus interpretaciones turbias de la Biblia: «Un segundo [acercamiento interpretativo] constituye el reconocimiento de que la Biblia es con menor frecuencia un libro de respuestas que un libro que nos ayuda a hacer las preguntas correctas.» ¿Qué quiere decir esto? La Biblia está llena de respuestas para cualquier persona que busque respuestas. A muchas personas no les gustan las respuestas que la Biblia da, por tanto, trabajan tiempo extra acomodando y moldeando la Biblia como si fuera boligoma, de manera que puedan transformarla en la última novedad sexual.

Puedo estar de acuerdo con el tercer punto que proponen. Ahora bien, si tan sólo lográramos que ellos practicaran lo que predican:

«Tercero, tenemos que leer cuidadosamente. Esto significa no mirar simplemente lo que el texto dice: se requiere buscar una traducción exacta, conocer hasta donde nos sea posible por qué fue escrito el texto y qué significaba para su audiencia original, determinando cómo ha sido interpretado con el tiempo y lo que dicen otros pasajes con relación al mismo tema.»

Transformar al varón Adam en un «ser humano» indefinido no constituye una «traducción fiel», y tampoco encaja con lo que la audiencia original y posteriores audiencias habrían entendido al leer el pasaje.

Todo se vuelve interesante a medida que los autores comienzan a dar los pasos para el golpe final: la historia de Sodoma y Gomorra. La interpretación que dan de los hechos fue hecha popular por John Boswell, quien murió de SIDA, en su libro Christianity, Social Tolerance, and Homosexuality [Cristianismo, Tolerancia Social y Homosexualidad] (1980). Así es como cuentan la historia:

«[E]l primer intérprete de la historia de Sodoma y Gomorra, el profeta Ezequiel, no condenó a Sodoma por homosexualidad, sino por ‘soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad’ y por no fortalecer ‘la mano del afligido y del menesteroso’ (Ezequiel 16:49). Tampoco la historia sugiere que la homosexualidad sea el problema. El hebreo de Génesis 19 nos dice que todos los habitantes de Sodoma trataron de ‘conocer’ a los dos visitantes: el pueblo incluía a las mujeres, y ellas, al igual que los hombres, murieron en el incendio que destruyó su ciudad. El problema es la violencia sexual, no la homosexualidad; el intento de violación, no el amor.»

Hay tantas cosas erradas en esta interpretación que me veo obligado a analizarla completamente, dado que es un típico disparate pro-homosexual. En primer lugar, es cierto que Ezequiel 16 menciona que los pecados de Sodoma son «soberbia», «saciedad de pan», y «abundancia de ociosidad» y la negación de ayuda al «afligido y del menesteroso». Estos pecados se encuentran en Ezequiel 16:49. Sin embargo, existe un versículo 50: «Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí». La palabra «abominación» es la misma palabra usada en Levítico 18:22 para describir el comportamiento homosexual explícito. Es un término de fuerte desaprobación en hebreo (to’evah). Cualquier persona que tenía acceso a la Torá sabía exactamente lo que Ezequiel quiso decir cuando usó la palabra «abominación».

En segundo lugar, Levine y Knight argumentan que «El hebreo de Génesis 19 nos dice que todos los habitantes de Sodoma trataron de ‘conocer’ a los dos visitantes.» Sospecho que quieren decir, llegar a conocerlos; expresar la hospitalidad. ¿Es eso lo que «conocer» significa en Génesis?

Establezcamos el contexto. Dos visitantes varones (angelicales) » Llegaron… a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma» (Génesis 19:1). Lot invita a los dos hombres a pasar «la noche en la casa de este servidor suyo» (Génesis 19:2 NVI). Los ángeles querían pasar «la noche en la plaza». Lot «les insistió» que no se quedaran en la plaza, sino que entraran a «su casa» (Génesis 19:3 NVI). La plaza era probablemente un punto de recogida para homosexuales y para otras prácticas sexuales. Indignados porque no pudieron involucrar a los visitantes masculinos «rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo». (Génesis19:4). Nótese el énfasis en «hombres».

Al ser rechazados por Lot, los hombres de Sodoma demandaron que Lot los sacara, «para que los conozcamos» (Génesis 19:5). La palabra traducida como “conozcamos” es la palabra hebrea yadha («conocer»). La palabra yadha es utilizada siete veces en Génesis como referencia a las relaciones sexuales (Génesis 4:1, 17, 25; 19:5, 8; 24:16; 38:6). Es también utilizada de la misma manera en otros pasajes del Antiguo Testamento (Génesis 38:26; Números 31:17, 18, 35; Jueces 11:39; 19:22, 25; 1º Samuel 1:19). La primera aparición de este vocablo tiene lugar al principio de Génesis: «Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín…»  (Gn. 4:1). En los tres usos de yadha («conocer») en Génesis 4, la palabra se refiere a relaciones sexuales.

Cuando Lot ofrece a sus hijas como sustitutas de la petición de los sodomitas que habían solicitado a los dos hombres, él usa yadha (Gn. 19:8). Si la palabra yadha significa «tener relaciones sexuales» en Génesis 4:1, 17, 25 y 19:8, entonces significa también «tener relaciones sexuales» en Gn.19:5. Resulta obvio que Lot, ya corrompido por la ciudad, ofreció a sus hijas como sustitutas sexuales. Los hombres de Sodoma estaban interesados en el sexo, y si ellos no podían tenerlo de manera consensuada, lo obtendrían por la fuerza.

En tercer lugar, sin abordar realmente Levítico 18:22 y 20:13, los autores los descartan como una prohibición explícita contra la homosexualidad. Hacen la siguiente afirmación audaz: «En cuanto a los mandamientos levitas normalmente citados como una prohibición de la homosexualidad, el hebreo no es tan claro como algunos afirman…» Dime lo que piensas: «No te echarás con varón como con mujer; es abominación» (Lv. 18:22). El versículo es claro en su interpretación de la actividad homosexual sin usar la palabra «homosexual».

La palabra griega homo significa «igual»[1]. La palabra «homosexual» fue acuñada para describir lo que está pasando en Levítico: «Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable…» (Lv. 20:13 nvi). Inclusive los escritores pro-homosexuales admiten que este versículo muestra actividad sexual entre personas del mismo sexo (homo + sexual), pero niegan que la actividad homosexual sea condenada por Dios. Al contrario de las opiniones de ellos, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son descritas en la Biblia como «una abominación.»

Su argumento de que era una «violación» lo que los hombres de Sodoma buscaban y no «amor» es otra propaganda esquiva: Si una relación sexual se realiza con amor, entonces está bien. Los adolescentes dicen que están enamorados. ¿Deben tener relaciones sexuales? ¿Qué pasa si un maestro de 35 años de edad y la hija de usted, de 16 años, dicen que están enamorados? ¿Qué decir del amor entre un padre y su hija, o entre un padre y su hijo? ¿Cuántas veces un cónyuge ha escuchado que el divorcio es necesario porque no hay más amor en la relación? El sexo no es sinónimo de amor.

En su cuarto punto, Levine y Knight expresan: «Hacemos bien en reconocer que los estándares bíblicos no son siempre nuestros estándares, ni deberían serlo. La Biblia hace del adulterio un delito capital; si esa legislación se pusiera en práctica, golpearíamos a un tercio de nuestra población. El rey Salomón tuvo 700 esposas y 300 concubinas y nos ponemos histéricos con relación a la bigamia”. El asesinato es un crimen capital, y sin embargo todavía tenemos leyes contra el asesinato. La violación es un delito capital, y la violación sigue siendo aborrecible y castigada. ¿Por consiguiente, están nuestros autores diciendo que debemos disfrutar de la práctica del adulterio, la poligamia, la bigamia y, por inferencia, de la homosexualidad? Los autores argumentan que, dado que existen tantos divorcios en América «si esa legislación se pusiera en práctica, golpearíamos a un tercio de nuestra población.» Al menos deberíamos tener en cuenta que este tipo de penas severas para ciertas prácticas, reflejan la gravedad de los pecados y el daño causado a todos los involucrados.

Nuestros intrépidos autores terminan con lo siguiente:

«Nosotros deberíamos reevaluar continuamente nuestros puntos de vista. Si ignoramos la tradición, la experiencia, la ciencia y el testimonio de nuestros vecinos y miramos sólo a las Escrituras, nos convertimos en bibliólatras: convertiremos a la Biblia en un ídolo. Y si escuchamos a aquellos con quienes no estamos de acuerdo en lugar de descartarlos como literalistas ignorantes o relativistas ateos, entonces por lo menos podríamos ser capaces de evitar la demonización que generalmente viene con las guerras culturales».

¿El «nosotros» los incluye a ellos? ¿Están ellos continuamente reevaluando sus puntos de vista? Al principio de mi respuesta, me di cuenta de que los autores estaban dedicados por completo a enturbiar las aguas de la autoridad bíblica. Este último párrafo lo demuestra.

Entonces, ¿dónde vamos a buscar nuestras normas? Creer lo que dice Dios no hace de lo que él dice un ídolo que deba ser adorado, sino una ley que debe ser obedecida. «Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.» (1 Juan 5:3). Violar los mandamientos de Dios es una carga. La enseñanza de los mandamientos de Dios es lo más amoroso que podemos hacer. La ley de Dios es buena (1 Timoteo 1:8-11).

Mientras que «la tradición, la experiencia, la ciencia, y el testimonio de nuestros vecinos» no deben ser desestimados, no son normas morales estables para vivir. Las tradiciones cambian, las experiencias son subjetivas, la ciencia no puede hacer juicios morales, y el testimonio de nuestros vecinos necesita ser juzgado de acuerdo a un estándar moral fijo, aún cuando compartamos sus cargas. La Biblia es clara: las relaciones homosexuales son opuestas a la clara enseñanza bíblica.

Notas al pie:

  1. En latín, homo significa «hombre». En la Vulgata Latina, Juan 19:5 dice Ecce homo,  «He aquí el hombre». En el griego original es ιδου ο ανθρωπος (Idou ho anthrōpos).
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