No hay amor más grande que éste

Ramon Arias | 27 de mayo de 2013

Estados Unidos rinde tributo a aquellos que han pagado el precio más alto en el servicio de la nación. Yo personalmente conozco de muchos actos de valor por los uniformados en los campos de batalla a favor de sus compañeros de armas. Es la naturaleza de muchos estar dispuestos a pagar el precio más alto en la creencia de que lo que se les manda a hacer es lo correcto. Así que en su memoria, nunca debemos olvidar su valentía y la voluntad de dar la vida.

A pesar de todos estos sacrificios, hay algo que me molesta constantemente cada vez que oigo decir que murieron para preservar nuestras libertades. Especialmente cuando veo lo que le ha sucedido a Estados Unidos, tengo que preguntarme si ese es el significado correcto de lo que la preservación de este tipo de «libertad» significa realmente.

Durante la guerra de Vietnam, miles de jóvenes quemaron sus tarjetas de reclutamiento negándose a ser reclutados para luchar en esa tierra lejana. En mi caso, yo entré en la oficina de reclutamiento de los Marines en San Diego, California y me di de voluntario. Pasé todas las pruebas necesarias y esperé recibir mis instrucciones para la fecha de mi partida para el campo de entrenamiento y luego ir a la guerra. Sin embargo, cuando recibí mi telegrama fue con la noticia de que el presidente Richard Nixon había terminado el reclutamiento y ya no iban a enviar más soldados a Vietnam. Me indigné mucho al saber que los Estados Unidos aceptó la derrota en el conflicto con Vietnam del Norte. En ese momento, yo no entendía mucha de la política mundial y los intereses corporativos detrás de esa guerra. Yo sólo sabía que quería dar mi vida para liberar a gente que no conocía del marxismo, pues entendía bastante bien de qué se trataba el marxismo. A pesar de que en ese entonces yo era un ateo, no era comunista y yo quería que mi vida contara para algo significativo.

No mucho tiempo después de mi experiencia de darme de voluntario para la guerra, leí la Biblia por primera vez y ahí encontré el propósito de mi vida. Por más de 40 años he seguido abrazando la verdad revelada en sus páginas. La Biblia es la única verdadera guía para la restauración de la humanidad; no hay otro manual que se pueda comparar, ni siquiera empezar a competir, con su sabiduría y precisión para la vida. En las páginas de la Biblia encontramos el entendimiento de lo que es la verdadera libertad y cómo resolver todos nuestros problemas.

Entre más comprensión adquiero de la Biblia, más entiendo el verdadero fundamento de esta nación llamada Estados Unidos de Norteamérica. La mayor parte de mi vida he leído acerca de la historia y los ciclos de guerras. Aunque les cueste a algunos aceptar, la Biblia da instrucciones claras para las razones de la guerra. Las guerras son horribles y la devastación se ve claramente, incluyendo las guerras de independencia, revoluciones y contrarrevoluciones. El panorama de la historia humana está llena de todo tipo de guerras, y así  continuará debido a la naturaleza pecaminosa de la humanidad. Sin embargo, cuando los hombres adquieren el conocimiento del Señor, entonces cesarán las guerras y las armas serán transformadas en herramientas de productividad.

Estados Unidos nació después de su guerra de independencia de la patria, Gran Bretaña. Los colonos lucharon contra la tiranía, se resistieron al dominio que cada vez era mayor sobre ellos. Querían seguir siendo un pueblo libre bajo la ley moral de Dios. Comprendieron que apartados del gobierno de Dios no podía haber libertad con el fin de desarrollar con eficacia los derechos, las responsabilidades y los beneficios inherentes en el auto-gobierno.

Morir por la verdadera libertad en Dios es lo que hizo a este país excepcional. Jesús dijo: «Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando» (Juan 15:13-14). La gente ignorante, insensata y confundida desprecia la idea del excepcionalismo estadounidense, debido a su falta de conocimiento o aceptación de que Estados Unidos se basó en la Biblia.

La próxima vez que escuches hablar o recuerdes acerca del máximo precio que se pagó por un pueblo valiente con el fin de mantener al país libre, haz una evaluación honesta y pregúntate si a lo que Estados Unidos se está convirtiendo es una nación libre desde la perspectiva de los Padres Fundadores. Lo más importante es preguntar si está cada vez más en sintonía con la perspectiva bíblica.

¿Podemos honestamente hablar de la libertad estadounidense cuando la Corte Suprema de los EE.UU. y el Congreso han permitido la masacre de más de cincuenta y seis millones de niños inocentes en el vientre de la madre, a pesar de que la Constitución no otorga este supuesto “derecho”? ¿De verdad crees que los redactores de la Constitución crearon un derecho tan monstruoso? Si eres honesto vas a admitir que Estados Unidos se está ahogando en la inmoralidad, la perversión, la corrupción política, la avaricia corporativa, la educación fuera de control, una iglesia irrelevante, la constante expansión e intrusión del gobierno en las vidas de las personas y la reducción de sus libertades . Añade a la lista el ataque constante hacia la destrucción del cristianismo, la redefinición de la familia mediante la promoción del matrimonio entre personas del mismo sexo, el crimen y la violencia, y la sobrecarga de impuestos a los miembros productivos de la sociedad para el bien de la colectividad. Eso sin mencionar el sistema opresor del bienestar social que cada vez es mayor y está destruyendo el sentido de la responsabilidad personal, la creatividad y la innovación, que, de ser aceptada, haría mejores ciudadanos del pueblo.

El ambiente que nos rodea nos recuerda que EE.UU. se está convirtiendo más y más en un estado policial que en el que garantiza nuestra libertad bajo Dios. Una vez más, el país está pidiendo a gritos su redención. La buena noticia es que la gente está empezando a entender que nuestras libertades están disminuyendo y hay que hacernos cargo de la nación bajo la dirección de la ética de Dios. El precio que paguemos valdrá la pena.

Considera y toma en serio lo que Ronald Reagan dijo el 30 de marzo de 1961:

«Nuestros Padres Fundadores, en este país, trajeron la única verdadera revolución que ha tenido lugar en la historia del hombre. Cualquier otra revolución simplemente intercambia un conjunto de gobernantes por otro conjunto de gobernantes. Pero aquí sólo ese pequeño grupo de hombres tan avanzados más allá de su tiempo  que el mundo nunca ha visto semejantes, desde entonces desarrollaron la idea de que tú y yo tenemos dentro de nosotros mismos el derecho dado por Dios y la capacidad de determinar nuestro propio destino. Pero la libertad nunca está más lejos de una generación de la extinción. Nosotros no la transmitimos a nuestros hijos en el torrente sanguíneo. La única manera de que pueden heredar la libertad que hemos conocido es que si luchamos por ella, la protegemos, defendemos y luego se la entregamos a ellos con las lecciones bien enseñadas de cómo en su vida tienen que hacer lo mismo. Y si tú y yo no lo hacemos, entonces tú y yo podríamos pasar nuestros años dorados diciendo a nuestros hijos ya los hijos de nuestros hijos lo que Estados Unidos alguna vez fue, cuando los hombres eran libres».

Ya de presidente dijo:

«Creo con todo mi corazón que defender a Estados Unidos significa defender el Dios que tanto ha bendecido nuestra tierra. Necesitamos la ayuda de Dios para guiar a nuestra nación a través de los mares tormentosos. Pero no podemos esperar que él proteja a Estados Unidos en una crisis más si lo ignoramos y lo dejamos en una repisa de nuestro vida cotidiana».

Reagan fue un visionario de la libertad para toda la humanidad:

«Algún día, el reino de la libertad y la justicia abarcarán el planeta. La libertad no es sólo patrimonio de unos pocos, es el derecho dado por Dios de todos sus hijos, en todos los países. No vendrá por conquista. Vendrá porque la libertad es lo correcto y la libertad funciona. Vendrá, porque la cooperación y la buena voluntad entre los pueblos libres se llevará a cabo».

¿Estás dispuesto a pagar el precio más alto al escoger las palabras de Jesús que dicen que no hay amor más grande que dar la vida al servicio de los demás? Es tu decisión.

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