Nuestra cultura está sufriendo una invasión hostil. Debemos dejar de rechazar a Dios si queremos que eso termine

Sam Sorbo | 11 de noviembre de 2017

(Fox News) – El reciente tiroteo en una iglesia de Texas, el terrorista que lanzó un camión contra una multitud en la ciudad de Nueva York, y la masacre de Las Vegas pueden parecer sorprendentes, pero para ninguno que haya estado prestando atención deberían serlo.

Nuestra cultura está sufriendo una invasión hostil. La sociedad americana solía estar regida por la moral judeo-cristiana de tratar a los demás como uno quisiera que lo trataran, pero nos hemos desviado (en realidad, nos han apartado) a un marasmo cultural hedonista de UVUSV (Uno Vive Una Sola Vez). La consecuencia de ello es una falta de respeto característica  por la vida humana e general, así como una asfixiante e insidiosa obsesión con el ego.

Esta es la generación del «yo», la cultura del «selfie», la mentalidad de  que «tengo derecho». ¿Y qué es el derecho, sino la asunción narcisista de que uno se merece y demanda lo que no se ha ganado?

Nuestra crisis cultural se exhibe en los multimillonarios egoístas que se manifiestan en los terrenos de fútbol contra la policía, en vez de buscar soluciones para la violencia rampante de los barrios marginales; en jóvenes malcriados que exigen control gratis de la natalidad y atención médica socializada, e incluso en los principales medios de comunicación que ignoran el juicio por corrupción del senador Robert Menéndez (Demócrata por Nueva Jersey).

Otro ejemplo de la crisis es la falta de atención que prestan los medios principales a la colusión de los Clinton para venderle a Rusia el 20 por ciento del uranio de los EE.UU.

Hemos remplazado nuestro imperativo moral de hacer lo que es correcto con una obsesión personal de ¿y YO qué gano con eso?

Sin embargo, ninguna cantidad de auto-amor podrá llenar el vacío en forma de Dios que tiene cada persona en su corazón. Hemos sido creados y llamados a amarnos los unos a los otros, y ningún tratamiento de gimnasio centrado en el yo, ni ningún posteo de Instagram podrán suplantar a nuestro deseo innato del amor de Dios.

El espíritu de nuestro tiempo está revelando gradualmente en nuestra cultura un odio subversivo, resuelto y cada vez mayor hacia Dios y el cristianismo, y una tentación irresistible hacia el mal que revela el deseo innato de poder que tiene el hombre: una aspiración a ser Dios.

Los Harvey Weinstein del mundo (y son una miríada, tanto en Hollywood como fuera de él) procuran obligar a los demás a que hagan su voluntad, parecido a como ellos se imaginan que sería un Dios caprichoso, si es que creen en un ser así.

Es mucho más fácil, sin embargo, negar a Dios que reconocer que existe. Dios, como es bueno, condena a los hacedores de maldad. Así que, igual que un niño que forma una perreta en una tienda de juguetes, alguna gente debe negar la existencia de Dios y su bondad inherente, y ejercer su poder sobre la gente más débil. «Puedo obligarte a que me veas darme una ducha»..

La sociedad, que todavía opera con el capital moral que heredó, puede condenar verbalmente el comportamiento, pero eso es solo de los dientes para afuera, porque hemos sucumbido al relativismo moral del UVUSV (Uno Vive Una Sola Vez) y hemos olvidado nuestra medida de lo que es bueno y lo que es malo.

«¡Te prohíbo que me mires como un objeto sexual!» -chillaba la muchacha del sombrero rosado. Y los que pretenden que querían desenmascarar al abusador –y todos lo dicen ahora– confiesan que tenían demasiado miedo a la retribución. Traducción: Yo amo mi dinero y mi posición más que lo que yo creo en el bien y el mal. Los «seguidores» de los medios sociales le ganan todos los días a la moral en la tierra del UVUSV.

Cuando un padre justo quiso denunciar a un tipo de la élite que se metía en la cama con menores, los izquierdistas y ateos de Hollywood se pusieron de parte del pedófilo en vez de con el conservador. El estatus es más importante que la virtud.

La creciente cultura UVUSV procura silenciar la voz persistente de los hechos. Los sentimientos son más importantes que la verdad en la tierra del UVUSV.

Amenazada por el desacuerdo y el privilegio, la gritería triunfa frente a la lógica. La cultura de UVUSV no se fija en el contenido del carácter, sino en la igualdad de resultados. Odiar es mucho más fácil que perdonar.

El aborrecimiento auto-destructor y los celos, proceden de la hipocresía que empezó en el kindergarten, en el que a los niños se les enseña: Ustedes son un accidente de la Naturaleza, y la ley que impera es la supervivencia de los más aptos. Ahora bien, no abusen [de los más débiles].

Así, ellos desconfían del oscuro abismo de la irreligiosidad, aun cuando lo aceptan.

Los ataques contra el Único que predicó el perdón y la gracia, la bondad y el amor –y contra cualquiera que los apoye– se incrementarán. Él pone en peligro la visión UVUSV que se enseña en la escuela pública.

A pesar de que se hace más costoso ser un adherente del cristianismo, con historias de persecuciones de dulceros, floreros, maestros y fabricantes de pulóveres que aparecen en los diarios todos los días, la verdad consigue defensores.

Aunque están destinadas a intimidarnos, esas historias logran el resultado opuesto. Movilizan a los cristianos a estar firmes en la luz del entendimiento y la paz que la sobrepasa.

Las personas que todavía operan en la ética judeo-cristiana de «ama a tu prójimo» y de «la vida tiene valor» no están llamadas simplemente a defender su posición, sino a luchar por ella antes que la marea abrumadora del egoísmo UVUSV nos inunde con la tolerancia y el prejuicio que son inseparables de la religión del ego.

La cultura UVUSV pone a las personas unas contra otras.

Para sobrevivir y prosperar como nación, debemos reafirmar nuestra herencia judeo-cristiana, indivisible, bajo Dios. Porque si usted solo vive una vez, si se trata de la supervivencia de los más aptos, y si todo está en función de usted, entonces las leyes no tienen sentido.

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