Rompiendo el noveno mandamiento: ataques sucios contra Amy Coney Barrett

Nena Arias | 28 de agosto de 2020

“No darás falso testimonio contra tu prójimo.”
(Éxodo 20:16)

Dios nos ha dado Diez Mandamientos para saber como vivir. Éstas no son sugerencias u opciones, son Mandamientos «grabados en piedra» por así decirlo. Estos Diez Mandamientos contienen la clave para una vida pacífica y correcta para toda la humanidad, no solo para los creyentes en Cristo o el cristianismo en general. Estos están destinados para toda la raza humana y, repito, no son opcionales. Seremos responsables por ellos ya sea que creamos en Dios o no. Todos saben exactamente cuándo están violando cada uno de estos Mandamientos porque su conciencia, esa «brújula de Dios» dentro de todos nosotros nos dice y nos mantiene bajo control para que podamos vivir correctamente.

En esta ocasión, quiero aludir el Noveno Mandamiento y abordar la grave violación criminal que se está cometiendo en nuestra sociedad al violar de manera atroz este Mandamiento y literalmente destruir la vida de las personas a propósito, pero sin represalias. Al participar en este comportamiento despreciable sin consecuencias, las personas pueden pensar que están escapando de la retribución del hombre y escapando «sin represalias» de cualquier castigo y daño. Pero tengo noticias para quien seas, no escaparás del castigo de Dios por esta violación.

Dios considera esto tan atroz que hizo de este un mandamiento de igual importancia junto con otros como no robar, no asesinar, no cometer adulterio, etc. Dios le da mucha importancia a la verdad y nosotros también. No podemos vivir sin la verdad. No se confiará en nadie sin la existencia de la verdad. La Biblia llama a nuestro Creador el «Dios de verdad» porque es quien es. Ese es su carácter (Isaías 65:16). Es imposible que Dios mienta. «Realmente, Dios no hará injusticia; el Todopoderoso no pervertirá el derecho” (Job 34:12). Jesús se refiere a sí mismo como «la verdad». Él dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí». (Juan 14:6)

Dios nos prohíbe mentir. Esto es especialmente atroz para Dios en el testimonio legal, que es lo que está por suceder en la confirmación de la jueza Amy Coney Barrett a la Corte Suprema. Incluso antes del anuncio formal de la jueza del Tribunal del Séptimo Circuito de Estados Unidos, Amy Coney Barrett, a la Corte Suprema por parte del presidente Donald Trump en la Casa Blanca el 26 de septiembre de 2020, los ataques sucios ya habían comenzado a fluir y circular.

Si pensamos que los liberales en el Senado, y en general, rasparon el fondo del barril con sus ataques al juez Brett Kavanaugh, todavía no hemos visto nada. A menos que oremos ferviente e incesantemente durante este proceso por la intervención de Dios, lo cual Él puede hacer.

No puede haber otra forma de describir este comportamiento rabioso sino como MALVADO y DIABÓLICO. Ni siquiera los hijos de esta bella familia Barrett están fuera del alcance de estos liberales rabiosos con la boca llena de espuma. Sin provocación ni evidencia, personas malvadas ya han insinuado que quizás la jueza Barrett y su esposo pueden haber adoptado ilegalmente a dos de sus hijos de Haití.

Las creencias religiosas católicas de Barrett están siendo despreciadas sin piedad en violación de sus derechos de la Primera Enmienda. ¿No sabe la gente que John F. Kennedy era católico romano? ¿No saben que Nancy Pelosi e incluso Joe Biden, candidato a la presidencia de la república también son católicos? ¿Qué hace la diferencia en la fe de esta mujer católica?

Estos ataques y muchos más no tienen nada que ver con las calificaciones de la jueza Amy Barrett para servir en la Corte Suprema. No se equivoquen, esto es política sucia para destruir a una persona y a su familia. Por lo tanto, violando totalmente el Noveno Mandamiento y las leyes de nuestra tierra que castigan la calumnia y la difamación del carácter. Esa es una pelea dirigida directamente a Dios. Una vez más, repito, es, en una palabra, maldad.

Debemos atacar enérgicamente esta criminalidad a plena vista. Este repugnante ataque debería ser denunciado por todos los políticos de ambos lados del pasillo. No necesitamos seguir deslizándonos por esta pendiente resbaladiza de la inmoralidad, ya tenemos suficiente inmoralidad con la cual hay que lidiar sin agregar nada más.

Comunícate con tus representantes en el Congreso para que cesen y desistan estos comportamientos abominables.

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