Ben Godwin | 18 de enero de 2019
(BarbWire) – “La preocupación es algo inútil: al igual que una mecedora, aunque ocupa tu tiempo, no te lleva a ningún lado” (autor desconocido). En su famoso Sermón del Monte, Jesús aconsejó a todos los preocupados con la frase “No os afanéis” (RV 1960) cuatro veces. Las versiones modernas la traducen como “No se preocupen”. Preocuparse parece ser lo suficientemente inofensivo. No es gran cosa, ¿verdad? Después de todo, todo el mundo se preocupa. John Haggai dijo: “Se podría escribir en innumerables lápidas norteamericanas el epitafio: ¡apurado, preocupado, enterrado!”. ¿Se siente identificado?
La definición de la palabra “preocupación” indica su naturaleza nefasta: “Atormentarse a sí mismo o sufrir pensamientos perturbadores y negativos”. Viene de una palabra inglesa antigua, wyran, que significa “estrangular, ahogar, morder, hostigar o desgarrar la garganta con dientes ”. La imagen es la de un depredador que muerde el cuello de su presa para asfixiarlo. El objetivo del enemigo es drenar nuestra vida espiritual a través del estrés y la ansiedad. La sobreviviente del Holocausto Corrie Ten Boom escribió: “La preocupación no elimina el dolor de mañana; sino que vacía el presente de su fuerza”. La preocupación surge cuando asumimos una responsabilidad que Dios nunca pretendió que tuviéramos. Pedro dio un buen consejo: “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7, RV 1960). Dios nos invita a depositar todas nuestras pesadas cargas en Él. Mary Crowley dijo: “¡Todas las noches le dejo mis preocupaciones a Dios; de todos modos, Él va a estar despierto la noche entera!”. Con frecuencia deberíamos hacer lo que sugiere el antiguo himno: “Lleva tu carga al Señor y déjala ahí”.
La preocupación es una cuestión de fe: ¿confiamos en Dios o no? La preocupación es un pecado porque es síntoma de falta de confianza en Dios. “Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?” (Mateo 6:30, RV 1960). Mahatma Ghandi dijo: “No hay nada que afecte al cuerpo como la preocupación, y la persona que tiene fe en Dios debería avergonzarse de preocuparse por cualquier cosa”. Si un hindú tiene tanto discernimiento, ¿cuándo se darán cuenta los cristianos llenos del Espíritu, lavados con Su sangre y nacidos de nuevo, que Dios está en control? Demasiadas “personas tienen hoy día úlceras causadas por hacer una tormenta en vaso de agua”.
1. No se preocupe por las provisiones diarias.
Siglos antes de los supermercados y los centros comerciales, Jesús dijo: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mt. 6:25-26, RVR 1960). Si Dios viste y alimenta al mundo natural, ciertamente proveerá para Su familia espiritual. Sin embargo, aún cuando Dios alimenta las aves, ¡no tira la comida en sus nidos! Recuerde, Dios hizo llover maná del cielo para alimentar a los israelitas, no obstante, ellos tenían que recogerlo y prepararlo para el consumo. Note también que Dios no proveyó un suministro semanal o mensual; sino que proporcionó un suministro diario. ¿Por qué?: para que dependieran de Él diariamente. El Padre Nuestro dice: “el pan nuestro de cada día dánoslo hoy”. La tendencia humana es acumular y acaparar, pero Dios quiere que confiemos en Su provisión día a día.
La palabra “provisión” contiene el prefijo “pro” que significa “antes” y la palabra raíz “visión” que significa “ver”. Júntelos y obtendrá “ver antes”. En otras palabras, Jehová Jireh – el Señor mi proveedor- ve nuestra necesidad por adelantado y comienza a suplirla. Dios colocó el carnero en el Monte Moriá antes que Abraham llegara y se diera cuenta que necesitaba un sustituto para Isaac. “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4:19, RVR 1960). ¿Por qué preocuparse por la provisión cuando tu Padre es el gran Proveedor?
2. No se preocupe por las cosas que no puede controlar.
Jesús desafió a sus oyentes: “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?” (Mt. 6:27, RVR 1960). Otra versión dice: “¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?”. Pasamos demasiado tiempo obsesionados y estresados por cosas como el tráfico, el clima, los precios de la gasolina, el envejecimiento, el mercado de valores, el pasado, la política. Es contraproducente preocuparse por cosas que no podemos cambiar. En cambio, Jesús nos dijo que nos concentráramos en nuestra principal preocupación: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:33, RVR 1960).
3. No se preocupe por el futuro.
“Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas”.
(Mt. 6:34, NVI). No obstante, esto no significa que no debemos planear o ahorrar para el futuro. Si no nos preparamos, nos preparamos para fallar. Si no oramos y planificamos el futuro, no tendremos uno muy bueno. Lo que este versículo quiere decir es: “¡No te preocupes por el futuro, porque Dios ya está allí!”. Para citar nuevamente a Corrie Ten Boom: “Nunca tengas miedo de confiarle un futuro desconocido a un Dios conocido”. Cada día futuro tiene dos asas: el asa de la ansiedad o el asa de la fe. Billy Graham observó: “He leído la última página de la Biblia. Todo saldrá bien”. Podemos descansar en el entendimiento de que el propósito y el plan de Dios finalmente se cumplirán. ¿Te has preguntado alguna vez por qué Dios no nos revela todo nuestro futuro a la vez? En primer lugar, probablemente nos abrumaría. En segundo lugar, Él quiere que caminemos por fe. Es posible que el futuro se vaya de nuestras manos, pero no tenemos que preocuparnos porque sabemos quién tiene el futuro en sus manos.
Una bienaventuranza moderna dice: “Bienaventurado el hombre que está demasiado ocupado para preocuparse de día y demasiado cansado para preocuparse de noche”. Pablo nos dio el arma definitiva para ganar la guerra contra la preocupación: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios…”(Fil. 4: 6, NVI). ¿Por qué preocuparse cuando puede orar?