Despertemos del cuento de hadas del salario mínimo

Star Parker | 7 de septiembre de 2016

(Townhall.com) — El salario mínimo es como una idea fija en las discusiones de política pública, porque la idea sigue siendo popular entre el público en general.

En una encuesta realizada por Pew Research en 2014, el 73 por ciento se mostró favorable a un incremento del salario mínimo federal, de $7.25 a $10.10.

De manera sorpresiva, Bernie Sanders se convirtió en un candidato presidencial popular al prometer un salario mínimo federal de $15. Ahora varias organizaciones de izquierda se están movilizando para presionar a los candidatos al Senado, a fin de que apoyen un salario mínimo nacional de $15.

En la actualidad hay tres lugares que ya han aprobado leyes de salario mínimo: Nueva York, California y Washington, Distrito de Columbia.

Al informar del paso al salario mínimo de $15 en Washington, D. C., el periódico The Washington Post explica que «Los que apoyan la medida, mayormente los demócratas, dicen que hace falta un mínimo de $15 para ayudar a reducir la diferencia creciente de ingresos que hay en al país, en especial en las grandes ciudades».

En realidad, suena muy hermoso. Los políticos mueven su varita mágica y dictan los salarios. Pero, para hacer la pregunta obvia: ¿Por qué sólo $15? ¿Por qué no llevarlo hasta $20? ¿O $30? ¿O $50?

Tenemos que reconocer que tiene cierta razón la ciencia social que llamamos Economía. Una regla de esa ciencia es que la demanda es opuesta al precio. Si el precio del jabón aumenta de $2 a $5, los consumidores comprarán menos jabón. Y si el precio del jabón es reducido de $5 a $1 los consumidores comprarán más jabón.

Los sueldos son el precio del trabajo. Debemos razonar que esto obedece a las mismas leyes que cualquier otro mercado. Mientras más alto sea el precio del trabajo, menos demanda tendrá el mismo, y viceversa.

Repito, suena muy compasivo que un político proponga usar el poder del Gobierno para obligar a que el dueño de un negocio pague un salario determinado. Pero ¿qué político, aunque sea uno que se llame a sí mismo socialista, como Bernie Sanders, pretenderá que el Gobierno le diga a un negocio cuántos trabajadores debe contratar con el sueldo que mande el Gobierno?

Los políticos obligan a pagar un sueldo mínimo y después los negocios simplemente cumplen, porque no tienen más remedio, pero entonces contratan a menos trabajadores.

Podemos ver una evidencia de esto último en la capital de la nación: Antes de la reciente medida de subir el salario mínimo a $15, la cual deberá entrar en vigor por completo en julio de 2022, ha habido dos recientes aumentos del salario mínimo. Un aumento de salario a $10.50 entró en vigor en julio de 2015 y luego este fue incrementado a $11.50 en julio de 2016.

¿Qué sucedió?

El economista de la Universidad de Michigan y del Instituto de la Empresa Americana [American Enterprise Institute] Mark Perry informó, basándose en datos recientes del Buró de Estadísticas del Trabajo, que «Desde que el salario mínimo en Washington D.C. aumentó hasta $10.50 por hora en julio de 2015,  el empleo en los restaurantes de la ciudad ha aumentado en menos del 1 por ciento (en 500 puestos de trabajo), mientras que el empleo en los restaurantes de los suburbios colindantes (en Virginia y Maryland) aumentó en un 4.2 por ciento (en 7,300 puestos). Un efecto aún más dramático ha tenido lugar desde inicios de este año: los puestos de trabajo en los restaurantes del Distrito de Columbia se redujeron en 1,400 (un 2.7 por ciento) durante los primeros seis meses de 2016… la mayor pérdida de trabajos en el sector gastronómico durante un semestre en 15 años».

Irónicamente, los trabajadores de bajos ingresos, que se supone que sean los favorecidos por las leyes de salario mínimo, son los que más sufren por la contracción de la demanda de su trabajo. En el primer trimestre de 2016, el desempleo general entre los negros en Washington, D. C., era del 12.7 por ciento, comparado con 8.5 por ciento y 7.0 por ciento en los vecinos estados de Maryland y Virginia. La diferencia de desempleo entre blancos y negros en Washington, D. C. – el 2.3 por ciento para los blancos y el 12.7 por ciento para los negros – era la mayor del país.

A principios de este año, Wal-Mart canceló sus planes de abrir dos nuevas sucursales en la capital de la nación, a causa de las regulaciones laborales.

Si realmente nos preocupamos por los trabajadores de bajos ingresos, dejemos que los mercados sean libres, dejemos que los negocios creen puestos de trabajo, y ajustemos nuestras escuelas para que los niños pobres puedan recibir una educación y ascender en la escala social.

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