La historia de Pat

Dedicado a John y a Mary Ann, mis dos ángeles que están en el cielo

Me hice mi primer aborto en 1976, cuando el feto tenía 13 semanas. Me lo hice en el hospital  y me sentí muy abochornada de lo que había hecho. Odiaba mucho al padre de mi bebé. Yo veía esto como una cuestión de desquite. Me sentía lastimada en particular porque el padre del bebé había dicho que nunca se podría casar conmigo, debido a que yo era alemana y muy estúpida por salir embarazada, para empezar. Él era un judío cuyos padres habían sobrevivido al Holocausto. Eso era como una doble mala suerte.

Mi mamá me dijo que yo estaba cometiendo un gran error y que más tarde lo lamentaría. Tenía razón. No le hice caso. Desde entonces lo he perdonado y he orado por el bebé varón al que llamé John.

Aproximadamente un año más tarde me hallé embarazada de un hombre casado. Naturalmente, él no iba a dejar a su esposa por mí. Me sentí particularmente mal porque seguía asistiendo al médico para ver si estaba embarazada. Para hacer breve el cuento: no lo supe hasta el séptimo mes. Me hice otro aborto.

En el hospital me administraron prostaglandina para matar al bebé. Después llevaron al bebé muerto a mi cama. Era una niña a la que llamé Mary Ann. Era el bebé más hermoso que yo había visto. Se me gastaron las lágrimas de tanto llorar. Nunca les conté a mis padres este aborto, por lo avergonzada que estaba de lo que había hecho.

Nunca alentaría a nadie que estuviera en la misma situación a que se hiciera un aborto. Le diría que se aferrara a lo que es correcto, sea casada o no, y que no deje que la fuercen a hacer lo que no desea, como en mi caso. Nunca más volví a ser la misma. No confiaba en nadie, en especial en los hombres. 

Pasaron muchos años antes que conociera a alguien bueno. Él conoce mi pasado y me ha amado a pesar del mismo.

Pat