La reflexión de un padre…

No fui lo suficientemente fuerte como para levantarme e irme.

A los 20 años, mi esposa se dio cuenta de que estaba embarazada, y decidimos que ninguno de los dos estaba «listo» para tener un niño. 

Lo hicimos en Oakland, en 1975, en un antiguo hospital convertido en clínica de abortos. Estuvimos esperando allí casi seis horas. Cambié de idea muchas veces durante aquella espera. Muy dentro de mí yo sabía que lo que íbamos a hacer estaba mal, pero en ese momento no fui lo suficientemente  fuerte como para levantarme e irme.

Tengo una gran sensación de pérdida por el hijo que pudimos haber tenido. Aquella decisión que tomé respecto al aborto decididamente que ha afectado a mi vida actual. Por la gracia de Dios he superado bien mi sentimiento de culpa, pero la pena y la pérdida de un hijo siempre las llevaré conmigo. 

Lo  principal que he hecho es darme cuenta que mi pecado ha sido perdonado por Dios y que un día voy a ver al hijo que pude haber tenido en esta Tierra.

Me doy cuenta de que hay un bebé en cada madre embarazada y que el bebé está ahí como un regalo de Dios. Puede que no lo parezca cuando usted esté pasando por un embarazo de crisis, pero años más tarde esa verdad se hará evidente.