18 de junio de 2007
Nota: Este comentario fue entregado por el presidente de la Comunidad de Prisión Mark Earley.
El viernes discutí la aridez sexual y espiritual en la que muchos de nuestros hijos han terminado. Y ellos ni siquiera saben cómo llegaron ahí o cómo salir. Hoy quiero hablar acerca de cómo los padres – y especialmente de los padres hombres – pueden combatir esa cultura.
La verdad es, contrario a lo que los medios dicen, los padres importan.
Como lo pone la Dra. Meg Meeker en su nuevo libro, Padres fuertes, hijas fuertes, “La mayoría de ustedes son buenos hombres… pero son buenos hombres que han sido burlados por una cultura que no se preocupa por ustedes, eso… ha ridiculizado su autoridad, ha negado su importancia y ha tratado de llenarlos con confusión acerca de su papel. Pero yo puedo decirles que los padres cambian las vidas, como mi padre cambió la mía”.
Bueno, Meeker está bien.
Obviamente los padres son cruciales para ambos hijos, sus niños y sus niñas, pero Meeker se enfoca en las hijas. Como la periodista, Laura Sessions Stepp, a quien mencioné el viernes, Meeker ha visto a muchas niñas desamparadas en la aridez sexual. En su consultorio médico, Meeker ha tratado a muchas de estas niñas por enfermedades de transmisión sexual, depresión, desórdenes alimenticios y embarazos adolescentes.
Y en repetidas ocasiones, esta doctora ha encontrado que las niñas implicadas en problemas de conducta son las niñas que no se sienten amadas y valoradas por sus padres.
Los padres pueden asegurar que sus hijas crezcan con ideas sanas acerca de la sexualidad, escribe Meeker. «Si usted como padre viera lo que yo veo cada semana en mi consultorio médico, sabría qué hacer y tendría éxito».
No tiene que ser un experto en STDs (enfermedades de transmisión sexual), ni en nada, para guiar a su hija lejos de esta aridez. Sólo tiene que hacer su trabajo de padre. Hable con ella, aun cuando ella no parece estar escuchando. Enséñela acerca del Dios que la creó y la ama. Establezca límites para ella. Pase tiempo con ella. Escúchela. Quizá no nos parezca algo importante, pero usted no creería la diferencia que hace en ellas.
Una chica de 16 años de edad dijo a Meeker que, cuando estaba a punto de tener relaciones sexuales con su novio, vió en su mano un anillo que su padre la había dado y sólo eso hizo que se detuviera.
Y la influencia de un padre tiene esa clase del poder, no sólo tratándose de valores sexuales, sino en todas las áreas de la vida. Una joven en el libro empezó tomando drogas y escapó de su casa a los 16 años. Fue sólo la paciente y persistente localización de su padre, lo que finalmente la trajo de regreso a casa y cambió su vida.
Tenga paciencia y siga haciendo su trabajo, motiva Meeker a los padres, aun cuando todo su esfuerzo se vea mal agradecido. Y en esta cultura en la que los padres son ignorados, ridiculizados e incluso se les dice que no son necesarios, el papel de un padre puede parecer ingrato algunas veces.
Pero por el bienestar de nuestra familia, no podemos permitir que eso nos desaliente. Tape sus orejas contra la cultura y recuerde esto: Usted importa.
Sus hijos tal vez no le pueden decir eso ahora, pero su vida siempre será un reflejo de su amor y compromiso. Puede llevar eso al banco.
Copyright (c) 2007 Prison Fellowship.