Ramon Arias | 20 de enero de 2014
Franklin Delano Roosevelt se dirigió al Congreso de la Nación el 8 de diciembre de 1941 y en su discurso de apertura dijo:
«El día de ayer, el 7 de diciembre de 1941 – una fecha que vivirá en la infamia – los Estados Unidos de América fueron repentina y deliberadamente atacados por fuerzas navales y aéreas del imperio de Japón».
En sus observaciones finales, dijo:
«No importa el tiempo que nos lleve superar esta premeditada invasión, el pueblo estadounidense en su poderío justo ganará la victoria absoluta.
“Creo que interpreto la voluntad del Congreso y del pueblo cuando afirmo que no sólo vamos a defendernos hasta lo máximo, pero voy a dejar muy claro de que esta forma de traición nunca más nos pondrá en peligro.
“Las hostilidades existen. No hay duda ante este hecho de que nuestro pueblo, nuestro territorio y nuestros intereses están en grave peligro.
“Con confianza en nuestras fuerzas armadas, con la determinación deliberada de nuestra gente, ganaremos el inevitable triunfo – con la ayuda de Dios.
“Le pido al Congreso que declare que desde el ataque no provocado y cobarde por Japón el domingo, 7 de diciembre de 1941, un estado de guerra entró en efecto entre los Estados Unidos y el imperio japonés». (Énfasis añadido)
Ya sabes el resultado, los EE.UU. entraron en la Segunda Guerra Mundial. Las bajas militares de Pearl Harbor, Oahu y Hawaii de acuerdo con algunas fuentes fueron 2,402 incluyendo de 55 a 68 civiles. Según lo que creas ser verdad ya sea si se permitió que el ataque sucediera con el fin de entrar a la guerra o no, tendrás que hacer tu propia investigación y decidir cual es la verdad.
Cuando los estadounidenses se enteraron del ataque japonés, la nación entera llena de indignación justificada estaba lista para embarcar en un gran sacrificio de vidas, bienes y restricciones por el restante de la guerra que terminó el 16 de septiembre de 1945. La cifra de militares muertos fue de 405,309, muchos hogares lamentaron a sus muertos.
Doscientos años de guerras empezando con la Revolución Americana (1775-1783) hasta la guerra actual en Afganistán, las muertes militares representan más de 1.3 millones de muertes. De esas muertes cerca de 700,000 ocurrieron durante la Guerra entre los Estados (1861-1865).
Hubo 2,977 muertes como resultado de los ataques del 11 de septiembre de 2001 sin incluir a los 19 secuestradores. La indignación e ira nacional fue unánime y los Estados Unidos entró en guerra con Afganistán e Irak, con un total de 8,199 muertes militares hasta el momento de este escrito. El presidente George W. Bush el 20 de septiembre de 2001, declaró: «Ya sea que llevemos a nuestros enemigos a la justicia o que llevemos la justicia a nuestros enemigos, se hará justicia».
Estados Unidos pretende defender la libertad y la justicia para todos, ¿dije que pretende? ¡Sí, lo dije! Mientras que EE.UU. proyecta el interés mundial de que las naciones abracen la marca de democracia estadounidense y lucha en guerras múltiples para lograr esto, la verdad es evidente por sí misma, el mundo está en mayor desorden y mucho más decadente. Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos hizo una alianza con Joseph Stalin, un dictador asesino de la ex Unión de Repúblicas Soviética Socialistas, quien masacró a cuarenta millones de sus ciudadanos entre 1929-53 en su obsesión para implementar una utopía comunista-marxista mediante una limpieza social en un esfuerzo para eliminar cualquier oposición a su régimen opresivo. Desde entonces y a lo largo del siglo 20, otros dictadores siguieron el ejemplo de Stalin de asesinar sus ciudadanos a través de la ingeniería social, Adolfo Hitler (30 millones), Mao Zedong (60 millones) y la lista de dictadores cuyos asesinatos han ascendido a 100 millones y el conteo continua.
El siglo 20 es conocido como el más sangriento en la historia de la humanidad. Esa afirmación puede ser cierta si la atención se centra sólo en los dictadores y sus oleadas de asesinatos en todas las guerras, que incluye las revoluciones. Sin embargo, la masacre de humanos más horrenda apenas se menciona o de plano no importa. Para la mayoría de la gente en esta nación ni siquiera quieren reconocer cómo los más indefensos de todos los seres humanos están siendo asesinados desde el 22 de enero de 1973, cuando la decisión de la Corte Suprema de los EE.UU. con un voto de 7-2 convirtió en ley el fallo de Roe v. Wade, es decir legalizó el asesinato de los bebés no deseados. Esas siete mentes diabólicas y horrendas desataron la más sangrienta de todas las matanzas contra los estadounidenses. ¿Tienes alguna idea de cómo los bebés son asesinados en el vientre de la madre? (véase Los métodos del aborto aquí) ¿Crees que las fotos de las víctimas del holocausto son horribles? ¿Crees que todas las imágenes de seres humanos asesinados por los dictadores siquiera se acerca a lo que las madres o ambos padres, y el personal médico están haciendo en las clínicas de asesinato de bebés? Mira las fotos de cómo se sacrifican aquí los bebés en estos Estados Unidos de América, la tierra de los libres y el hogar de los valientes, la nación cristiana, el país más generoso del mundo que se preocupa por el sufrimiento en otras naciones y que pelea guerras para defender a los civiles de los gobiernos opresivos, el pueblo norteamericano que está en contra de la pena de muerte para aquellos que se la merecen pero se hace de la vista gorda y cierra su boca ante esta atrocidad. ¿Cómo vamos a clasificar a una sociedad así?
Desde que esos siete «intelectuales» con mentes torcidas legalizaron el asesinato de los bebés en el vientre de la madre, ¡el infanticidio en esta nación por sí sola es impactante! El número de niños asesinados desde el 1973 es de 57,029,654 y se sigue contando. Cada día el número de bebés privados de su derecho a la vida son 1,766 y aumenta cada segundo. Lo que va de este año en el momento de escribir estas líneas para 57,662 bebés el vientre de la madre se ha convertido en su tumba. Desde 1973, 17,108,899 bebés negros han sido asesinados debido a que es legal. Millonarios y billonarios estadounidenses financian la masacre de los bebés en el vientre de la madre en todo el mundo. Desde 1980, la cuenta mundial es 1,281,922,528 (el uno es de mil millones) y sigue escalando cada segundo.[1]
Por primera vez en la historia de Estados Unidos tenemos a un hombre en la Casa Blanca que está obsesionado con financiar la industria de la matanza de los bebés extrayendo dinero a la fuerza de aquellos que pagan impuestos. Tenemos un Congreso que se niega a ponerle fin a estos asesinatos espantosos. Desde 1973 hemos tenido presidentes y legislaturas que van y vienen sin que les importe en lo que esta nación se ha convertido y ¿nos horrorizamos por lo que los dictadores del mundo han hecho y continúan haciéndole a su pueblo?
Si FDR le llamo al 7 de diciembre de 1941 «una fecha que vivirá en la infamia«, ¿cómo le llamaremos al 22 de enero de 1973? ¿Cuándo vamos a tener a un presidente que se indigne en contra de esta ley monstruosa, pues ha declarado la pena de muerte a niños inocentes en el vientre de su madre? ¿Qué palabras podrían igualar el eco de las palabras de Roosevelt al Congreso de EE.UU., «No importa el tiempo que nos lleve superar esta premeditada invasión, el pueblo estadounidense en su poderío justo ganará la victoria absoluta… pero voy a dejar muy claro de que esta forma de traición nunca más nos pondrá en peligro… Las hostilidades existen. No hay duda ante este hecho de que nuestro pueblo, nuestro territorio y nuestros intereses están en grave peligro… Con confianza en nuestras fuerzas armadas, con la determinación firme de nuestra gente, ganaremos el inevitable triunfo – con la ayuda de Dios”.
¿Cuándo vamos a tener un presidente que declare la misma indignación contra el asesinato de los bebés no nacidos como George W. Bush hizo en contra de aquellos que causaron la tragedia del 11 de septiembre de 2001 cuando dijo, «Ya sea que llevemos a nuestros enemigos a la justicia o que llevemos la justicia a nuestros enemigos, se hará justicia».
En Estados Unidos solamente, la sangre de más de 57 millones de bebés clama contra la apatía de esta nación de negarle a estas vidas preciosas el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad, del mismo modo que tú demandas la tuya.
La obsesión de matar a los bebés en el vientre de la madre sigue siendo demandada por mentes enfermas en todo el mundo. En Europa una votación vino ante el Parlamento Europeo para definir la matanza de bebés como un «derecho humano». El aborto es un término preferido para los asesinatos y ahora con el nuevo nombre del «cuidado de salud reproductiva para las mujeres» se le añade a la etiqueta para hacerlo más aceptable a los legisladores para continuar con la masacre. El 22 de octubre de 2013, el Parlamento Europeo rechazó las recomendaciones de las naciones exigiendo que la Unión Europea declare el aborto como un derecho humano, no obstante, siguen respetando el derecho de la madre o de ambos padres para que sigan matando a sus bebés.
Si te importa lo que le viene a Estados Unidos y al mundo por rechazar la reverencia a la vida, haz tu investigación y averigua qué les pasó a las naciones que derramaron la sangre de niños inocentes.
No podemos enviar dos mensajes por nuestra boca al mismo tiempo, al decir que estamos encontrando maneras de salvar vidas a través de la atención a la salud y, por otro lado, aprobando la matanza de los bebés en el vientre de la madre. Si nosotros, como nación, no respetamos la vida, es porque los principios fundamentales de la moralidad se han perdido. Nadie en su sano juicio puede sustentar que el mejorar la vida es lo mismo que la destrucción de la vida — la última es nefasta.
“No matarás” es la ley moral de Dios y ninguna persona o nación ha escapado siquiera una vez el impacto total de las sanciones negativas judiciales de Dios en la historia.
¡Estados Unidos, tu aceptación de esta ley asesina del 22 de enero de 1973 por siempre vivirá en tu deshonra repugnante!
Si Estados Unidos no se arrepiente muy pronto, Estados Unidos tendrá que vivir en la infamia justo como Thomas Jefferson predijo que sucedería:
«Dios que nos dio la vida nos dio la libertad. Y, ¿pueden las libertades de una nación pensar que están seguras cuando hemos removido su única base firme, una convicción en la mente de la gente de que estas libertades son el regalo de Dios? ¿Que no deberían ser violadas, sino con su ira? Ciertamente, tiemblo por mi país cuando reflexiono que Dios es justo: que Su justicia no puede dormir para siempre«.