Dios, Jesús y la Constitución

Jerry Newcombe | 13 de noviembre de 2014

A algunos escépticos hoy día les gusta argumentar que los padres fundadores dejaron a Dios fuera de la Constitución a propósito. El diseño intencional del documento, según ellos, fue crear una «constitución sin Dios» – y se equivocan. 

Primero que todo, los autores de la Constitución no solo mencionan a Dios, sino que inclusive mencionan que Jesús es Dios. Esto lo hacen en la cláusula de ratificación. Esto se hizo «en el Año de Nuestro Señor» 1787.

Sin embargo, algunos escépticos lo refutan. No obstante, el profesor John Eidsmoe, autor de El Cristianismo y la Constitución [Christianity and the Constitution] y Fundamentos Históricos y Teológicos de la Ley [Historical and Theological Foundations of Law], señala en respuesta a estas objeciones: “Decir que esta cláusula [de ratificación] no es realmente parte de la Constitución es como decir que la cláusula de adveración no es parte del testamento”.

La respuesta común del escéptico es desestimar la frase «el Año de Nuestro Señor», por considerarla una costumbre. Los líderes de la Revolución Francesa, quienes realmente abrazaron una filosofía Ilustrada secular, cambiaron el calendario un par de años después de redactada la Constitución Estadounidense para repudiar explícitamente el cristianismo, de manera que el tiempo no pudiera ser medido en «Años del Señor». (Alrededor de doce años más tarde, Napoleón restauró el calendario cristiano.) 

EN EL AÑO DE NUESTRO SEÑOR

Para entender a los fundadores de Estados Unidos, tenemos que entender lo que ha dicho el Dr. Michael Novak del American Enterprise Institute. Este ha observado que los pensadores a los cuales llamamos los hombres de la «Ilustración» se dividen en dos tipos.  Los que creían en Dios y los que no creían.

La Revolución Francesa fue la primera revolución secular de la historia – la cual, a propósito, derramó ríos de sangre. Sus seguidores decidieron seguir a los pensadores de la Ilustración incrédulos – ejemplo, Voltaire, Diderot, Rousseau, David Hume. Sin embargo, nuestros fundadores citaron a aquellos hombres de la Ilustración que creían en Dios – ejemplo, Montesquieu, John Locke, Sir William Blackstone.

En su libro El espíritu de las leyes, el barón Montesquieu escribió: «Veremos que le debemos al cristianismo, en el gobierno, un derecho político determinado, y en la guerra un cierto derecho de gentes – beneficios que la naturaleza humana no puede nunca suficientemente agradecer».

Solía tener un profesor de escuela dominical que se convirtió al cristianismo mientras estudiaba su doctorado en Yale. Estudió a John Locke en profundidad. Locke no sólo escribió su Second Treatise of Civil Government [Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil], el cual influenció a los fundadores de nuestra nación, sino que también escribió The Reasonableness of Christianity [Racionabilidad del cristianismo]. A medida que mi maestro leía a Locke directamente, llegó al conocimiento de Cristo. 

Sir William Blackstone, el gran jurista británico, fue importante para nuestros fundadores y es todavía citado por la Corte Suprema en ocasiones. Blackstone escribió de «la ley de la naturaleza y la ley de la revelación» – como «las leyes de la Naturaleza y del Dios de la Naturaleza» en nuestra Declaración de Independencia.

Los dos documentos fundacionales claves en la historia de América son la Declaración de Independencia y la Constitución. El primero explica por qué existimos como nación. No solamente la Declaración menciona a Dios cuatro veces, sino que aún más importante, dice que nuestros derechos vienen del Creador. La Constitución explica cómo existimos como nación – cómo vamos a funcionar. La Constitución es predicada en la Declaración, la cual a su vez es referenciada en la cláusula de ratificación. Cuando los escépticos claman que la Constitución no menciona a Dios (lo cual sí hace, en la cláusula de ratificación), ignoran que la primera es predicada en la segunda.

Fueron 55 hombres los que se reunieron en lo que ahora llamamos la Convención Constitucional. La investigación muestra que de 50 a 52 de esos hombres eran miembros en comunión de las iglesias trinitarias. Muchos de ellos eran incluso presidentes y fundadores de Sociedades Bíblicas.

De seguro Benjamin Franklin no fue un trinitario, ni miembro de dicha iglesia. Sin embargo, después de semanas sin llegar a ningún acuerdo en la convención, el 28 de junio de 1787, el Dr. Franklin pronunció un discurso, preguntándoles cómo era que habían olvidado buscar la ayuda de Dios.

Él dijo: «En el comienzo de la contienda con Gran Bretaña, cuando éramos sensibles al peligro, tuvimos una oración diaria en esta sala por la protección divina. Nuestras oraciones, señor, se escucharon, y fueron gentilmente contestadas. Todos los que estuvimos involucrados en la lucha observamos casos frecuentes de una Providencia que vigilaba a nuestro favor».

Continuó diciendo: «He vivido, señor, mucho tiempo, y mientras más vivo, más pruebas convincentes veo de esta verdad – que Dios gobierna en los asuntos de los hombres. Y si un gorrión no puede caer al suelo sin que Él lo sepa, ¿será probable que un imperio pueda elevarse sin Su ayuda?»

Pidió que oraran. Una variante de su petición de oración fue aceptada. El 4 de julio todos asistieron a adorar juntos en una iglesia cristiana local y oraron juntos. Después de reunirse, gran parte de la acritud había disminuido; y fueron capaces de producir la Constitución. Y de nuevo, Franklin fue uno de los menos religioso / ortodoxo de los padres fundadores de nuestra nación.

Algunos de los escépticos de hoy dicen que cualquier mención de Dios en el gobierno es «inconstitucional». ¡Eso irónicamente haría «inconstitucional» la propia Constitución! Yo no lo creo.

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