Cristianos, manténganse firmes ante el homofascismo

Matt Barber | 29 de diciembre de 2014

«Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él». – Filipenses 1:29

(townhall.com) – La defensa del plan de Dios para el matrimonio natural –junto con la libertad de conciencia constitucional y dada por Dios, de rehusar participar, y por tanto, apoyar, la falsificación antinatural y pecaminosa del mismo, llamada «matrimonio gay»– está ahora entre las principales luchas de derechos civiles de los Estados Unidos. Yo sé de lo que hablo, pues hace 10 años fui despedido de una compañía que estaba entre las 100 principales de Fortune por escribir, en mi tiempo libre y desde la computadora de mi casa, un artículo que reconocía la naturaleza binaria imprescindible varón-mujer de un auténtico matrimonio y de la sexualidad humana.

En vez de resignarme y aceptar aquella injusticia, llevé el caso a una corte federal. Dios usó aquella situación no solamente para bendecirme a mí y a mi familia con una compensación monetaria significativa, sino para situarme en la vanguardia de la guerra contra la libertad religiosa, que está intensificando rápidamente. No les cuento esto para jactarme, sino para alentarles, para ilustrar la maravillosa fidelidad de Dios en mi propia vida.

Como cristianos, estamos llamados a defender nuestras posiciones con amor, contra toda maldad. Hacemos esto, no porque seamos justos –no lo somos– sino por la justicia de Cristo que está en nosotros. Como seguidores de Cristo, tenemos que seguir a Cristo. Tenemos que defender Sus verdades. Cuando lo hacemos, y aunque nos enfrentemos a persecución, Él al final honrará nuestra fidelidad para Su propia gloria y propósito.

Se está poniendo feo allá afuera, y va a empeorar. Los casos se amontonan. Ahora hemos visto a decenas de dulceros, fotógrafos, floristas, posaderos, magistrados, funcionarios condales y otras personas involucradas en diversas vocaciones que tienen que ver con el matrimonio, sufrir persecución solamente por negarse a ser cómplices del pecado. Los cristianos son arruinados e incluso se enfrentan a condenas de cárcel por negarse a prestar su tiempo, talentos, dones y capacidades para aprobar los rituales de matrimonios antinaturales.

Seamos muy claros. El «matrimonio» homosexual es un pecado. Todas las cosas buenas vienen de Dios Padre, y toda la maldad procede del padre de la mentira. Si Dios diseñó el matrimonio bíblico y la sexualidad humana natural, como en efecto lo hizo, no nos queda ninguna duda de quién diseñó su falsificación, de quién fabricó el «matrimonio gay» antibíblico y pervirtió el propósito perfecto de Dios para la sexualidad humana.

Como cristianos fieles no podemos (es más, no debemos) aprobar ni participar en lo que Dios llama malo. «¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo!» (ver Isaías 5:20). Debemos rechazar el pecado.

Ha habido una cantidad de gente buena y bien intencionada que, en lugar de participar en esos rituales de «matrimonio gay» han renunciado a su trabajo o, si son dueños de negocios, han cerrado sus puertas definitivamente. Aunque esto es admirable, yo propongo que siempre y dondequiera que usted, querido cristiano sea puesto en una situación que le obligue a escoger entre la obediencia a las leyes justas de Dios o a las leyes injustas del hombre, no sólo se niegue a obedecer las leyes injustas, sino que se niegue a rendirse.

Mantenga su posición.

Sugiero que, cuando a cualquier dueño de negocios, magistrado o funcionario de condado cristiano le digan que debe participar en una ceremonia pecaminosa de «matrimonio gay», no sólo se niegue a hacerlo, sino que se niegue a renunciar. No abandone su puesto. Obligue al gobierno a perseguirle a usted por la fuerza, a emprender una acción punitiva en contra suya por su posición. Aunque se enfrente a cadenas.

Ore pidiendo coraje y Dios se lo dará.

El apóstol Pablo nos dio el ejemplo cuando, encadenado al muro de una prisión romana, escribió lo siguiente a la iglesia de Filipos: «Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor» (Filipenses 1:12-14).

No sólo se enfrentó Pablo sobrenaturalmente a la persecución anticristiana sin temor. La enfrentó con gran gozo.

«Y en esto me gozo, y me gozaré aún. Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación, conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia» (Filipenses 1:18-21).

Después que varios magistrados de Carolina del Norte renunciaran recientemente antes que ser obligados a presidir rituales de «matrimonio» homosexual, Mat Staver, presidente y fundador de Liberty Counsel, una de las firmas legales de derechos civiles de mayor auge en los Estados Unidos, declaró lo siguiente: «Yo valoro las convicciones de esos magistrados, pero en vez de renunciar deben permanecer en sus puestos. Liberty Counsel  los representará, pero una vez que renuncien, no hay mucho que podamos hacer para ayudarles».

Staver señaló que en 2004, después que la Corte Judicial Suprema de Massachusetts impusiera de forma anticonstitucional el «matrimonio» homosexual a la Mancomunidad, las Caridades Católicas cesaron su ministerio de adopción porque se negaron a situar a los niños en familias del mismo sexo.

«El compromiso con las enseñanzas de la Iglesia es encomiable» -dijo Staver- «pero las caridades Católicas no debieron haber cesado voluntariamente su ministerio de adopciones. Si el gobierno quiere imponer una agenda intolerante a las personas de fe, y pisotear sus convicciones religiosas, que eso ocurra a la vista del público, para que lo vean. No puedo creer que el pueblo estadounidense tolere por mucho tiempo esta agenda intolerante».

«¿Dónde estaría el movimiento por los derechos civiles si el Dr. Martin Luther King Jr. Se hubiera ido voluntariamente a casa cuando se enfrentó a la oposición?» –preguntó Staver- «¿Dónde estaríamos hoy si Rosa Parks se hubiera trasladado voluntariamente a la parte trasera del autobús? La búsqueda de la libertad religiosa fue la razón por la que nacieron los Estados Unidos. No podemos renunciar voluntariamente a este derecho inalienable» -dijo.

Como decía Pablo en conclusión: «Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo… y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto de Dios. Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él» (Filipenses 1:27-29).

Cuando estén defendiendo la verdad, no se avergüencen. Tengan un gran coraje y un gran gozo, sin importar las pruebas a las que se enfrenten.

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