Ramon Arias | 8 de noviembre de 2012
El día después de las elecciones tuve el honor y el privilegio de hablar y motivar a muchas personas que estaban desanimadas, decepcionadas, enojadas, llenas de incredulidad, con un gran miedo, sin esperanza y no podían creer que un poco más de la mitad de los votantes decidieron que era bueno para la nación continuar por el camino de la transformación a algo que Estados Unidos nunca fue diseñado para ser y que los europeos están rechazando. Las naciones marxistas se están ahogando y moviéndose tan rápido como puedan para salir de ese sistema.
La gran mayoría de los que votaron por Obama no tiene ni idea de lo que han hecho para ellos mismos, sus hijos y los hijos de sus hijos y para muchas generaciones por venir. Compraron la mentira de que el Estado niñera se hará cargo de ellos, a pesar de saquear a los trabajadores de esta nación.
Yo estoy del lado de la otra mitad que entiende la importancia de exponer a este sistema monstruoso, peligroso y glotón que ha llegado a ser tan destructivo bajo el liderazgo de ambos partidos políticos. Tanto los republicanos como los demócratas han estado acelerando el proceso de la caída de la nación.
Las elecciones tienen consecuencias y vamos a cosechar esas consecuencias de una manera que los partidarios de Obama no puede ni siquiera imaginar. Haría falta un poco de tiempo para explicar todas las repercusiones que van a desplegarse ante nuestros ojos. El socialismo marxista, el comunismo, el liberalismo, el progresismo y todos los ismos que están luchando contra el Dios de la Biblia y sus leyes morales durante miles de años han estado siempre en el lado equivocado de la historia. Una vez más vamos a demostrar que están equivocados, aunque por el momento parezca que han ganado. Debemos tener en cuenta que los tramposos nunca ganan. Muchos conocidos comentaristas conservadores están abiertamente comentando que «hemos perdido el país», estoy totalmente en desacuerdo con ellos. No entienden que el hombre no controla la historia y que sólo el Dios de la Biblia tiene el control absoluto de todas las cosas aunque esto parezca difícil de creer.
George Washington, dijo en una carta a Philip Schuyler, 1777: «Nunca debemos caer en la desesperación, nuestra situación antes ha sido poco alentadora y ha cambiado para mejor, así que confío en que volverá a serlo. Si surgen nuevas dificultades, sólo tenemos que poner esfuerzos nuevos y proporcionar nuestros esfuerzos a la exigencia de los tiempos.»
No debemos pasar por alto la advertencia de Washington ni la advertencia de Nabucodonosor, un rey cruel, poderoso y muy ambicioso que gobernó un gran imperio hace más de 2000 años atrás. Los historiadores están de acuerdo en la grandeza de este rey. El libro de Daniel nos da información adicional sobre el carácter de este hombre.
Nabucodonosor tuvo un segundo sueño dado por Dios e interpretado por Daniel donde le informaba de que este sueño era una advertencia para humillarse y reconocer que su poder, riqueza e influencia venían de Dios, no de su propia creación. Nabucodonosor ignoró esta advertencia, fue juzgado por Dios y se volvió loco, así vivió por siete años. Después de ese período de tiempo su cordura mental fue restaurada y comprendió la importancia de humillarse ante Dios y, sobre todo, entendió quién era Dios. Esta es la visión que obtuvo:
“Cuando se cumplió el tiempo, yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo. Recuperé la razón, alabé y adoré al Altísimo y di honra a aquel que vive para siempre. Su dominio es perpetuo, y eterno es su reino. Todos los hombres de la tierra no son nada comparados con él. Él hace lo que quiere entre los ángeles del cielo y entre la gente de la tierra. Nadie puede detenerlo ni decirle: ‘¿Por qué haces estas cosas?’. Cuando recobré la razón, también recuperé mi honra, mi gloria y mi reino. Mis asesores y nobles me buscaron y fui restituido como cabeza de mi reino, con mayor honra que antes. Ahora, yo, Nabucodonosor, alabo, glorifico y doy honra al Rey del cielo. Todos sus actos son justos y verdaderos, y es capaz de humillar al soberbio.» (Daniel 4:34-37).
Cada uno de nosotros debe hacer un nuevo compromiso ante Dios para entender Su voluntad tal como está revelada en Su Palabra. ¡Debemos ser diligentes estudiantes de historia, desde la perspectiva de Dios y aprender Su ley moral que se aplica a todas las áreas de la vida a través del auto-gobierno y actuar sobre ese conocimiento con la sabiduría y audacia no temiendo al hombre sino solo a Dios!
El Marxismo ganó una batalla, no la guerra. Sigamos desenmascarando esta ideología malévola y luchando por el alma de cada persona a sabiendas de que si Dios está con nosotros, ¡quién puede estar contra nosotros!