El New York Times dice que los cristianos deben ser obligados a dejar de llamar pecado al comportamiento homosexual

Rob Knowles | 10 de abril de 2016

(Constitution.com) – El columnista del New York Times Frank Bruni ha escrito un artículo titulado « La intolerancia, la Biblia y las lecciones de Indiana». En el mismo atiborra el cristianismo con desinformación, y después promueve una idea muy peligrosa: A la religión hay que obligarla a aceptar el comportamiento homosexual. Esta pieza tiene un año ya, pero me ha caído en las manos y creo que merece que se le preste atención.

Bruni, como mucha gente que le tiene un profundo odio al cristianismo, provee información incorrecta con relación a lo que los cristianos creen y han creído, para así elaborar su falso argumento. Cita a David Gushee, un supuesto cristiano evangélico:

«Muchos cristianos creían que la esclavitud no era pecado, hasta que finalmente llegamos a la conclusión de que sí lo era».

Después cita a Jimmy Creech, un ex pastor:

«En los Estados Unidos hemos abandonado la idea de que las mujeres son de segunda clase, inferiores y subordinadas a los hombres, pero la Biblia enseña claramente eso».

Si usted quiere tener razón en algo que va en contra de la verdad, una buena táctica que puede emplear es llamada «Apelación a la autoridad». Encontrará individuos que parecen estar bien versados en el tópico acerca del cual está usted escribiendo, como ha hecho Bruni aquí con un ex pastor y un «cristiano evangélico». Usted puede poner en boca de ellos lo que usted quiere que digan. Y ya de repente tiene usted una base para entablar una discusión.

No importa si las alegaciones de Gushee de que «muchos cristianos creían que la esclavitud no era pecado» son dudosas; no importa que la Biblia no apruebe el tipo de esclavitud que se ve en los tiempos modernos. No importa que la afirmación de Creech de que la Biblia «enseña claramente» que las mujeres son de segunda clase e inferiores sea patentemente falsa. Lo que sí importa es que usted crea que ellos son autoridades en el tema de la Escritura.

Una vez que usted les cree, el resto del argumento de Bruni fluye con facilidad. Ahí es donde está el peligro, porque la tesis de Bruni es que el cristianismo debe ser cambiado a la fuerza para que acepte el comportamiento homosexual.

Bruni expande el testimonio «experto» de Creech y Gushee con sus propias afirmaciones de que los cristianos de línea dura sencillamente no han dado pie con la idea de que la Biblia puede ser interpretada de diferentes maneras. Señala las distintas ramas de la cristiandad que han aceptado la homosexualidad, incluyendo la Iglesia Episcopal, y dice que hay un consenso creciente de que adherirse a las ideas bíblicas sobre la homosexualidad es arcaico e incorrecto.

No menciona que los eruditos que tratan de reconciliar al cristianismo con el comportamiento homosexual deben distorsionar profundamente el texto para hacerlo. Eso mellaría su tesis. En vez de decir llanamente: «La Biblia está equivocada», Bruni siente la necesidad de convencer a sus lectores de que el cristianismo está bien mientras no tenga espinas.

Él concluye con esto:

«Creech y Mitchell Gold, un prominente fabricante de muebles y filántropo homosexual, fundaron un grupo de interés, Faith in America [Fe en los Estados Unidos] que procura mitigar el daño hecho a la gente LGBT [lesbianas, homosexuales, bisexuales y transgéneros] por lo que él llama «intolerancia basada en la religión». Gold me ha dicho que a los líderes de la Iglesia hay que forzarlos a «borrar la homosexualidad de la lista de los pecados».

Su mandato vale la pena y es necesario. Todos nosotros, sin importar nuestras tradiciones religiosas, debemos pensarlo bien antes de decirle a la gente homosexual que son una ofensa. Y eso es precisamente lo que les están diciendo los floristas y dulceros que quieren rechazarlos».

Sí, Bruni está diciendo que las Iglesias deben ponerse a tono con los tiempos o de lo contrario… Qué exactamente significa el «de lo contrario» no se menciona, pero yo le puedo decir. Hemos visto el futuro en otros países.

En Inglaterra, dos hombres (Rob Hughes y Tony Miano) fueron arrestados en incidentes separados y detenidos por predicar en la calle en 2013, porque ofendían a los homosexuales.

Ake Green, un predicador sueco, fue arrestado y convicto en 2004 a causa de un sermón en el cual llamaba pecaminoso al comportamiento homosexual. Afortunadamente para Green, una corte superior revirtió la decisión un año más tarde.

En los  Estados Unidos, dulceros, fotógrafos, floristas y los propietarios de una capilla matrimonial han sido demandados porque se han negado a participar activamente en bodas homosexuales. Esto ha conducido a un aumento de las leyes de discriminación anti-religiosas, destinadas a proteger a los negocios participantes de los activistas litigantes de derechos de los sodomitas.

A los cristianos se les ha dicho durante años que están locos al creer que la mafia homosexual viene a atacar a la Iglesia.

Puede practicar su fe sin cortapisas. Se lo prometemos. Bueno, mientras se mantenga dentro de los límites de los templos. Tampoco podrá rehusar participar en una actividad que usted crea que es moralmente reprensible si es dueño de un negocio. Pero eso es todo. Bueno… en realidad, necesitan cambiar su fe para aceptar el comportamiento homosexual. ¿No quieren? ¡Eso es discriminación! Sus creencias son erróneas y no pueden ser toleradas ya en la sociedad. ¡Adáptense a los tiempos o paguen el precio!

Primero fue el lavado de cerebro solapado que llevó a una mayoría de los estadounidenses a rechazar la enseñanza cristiana sobre el comportamiento homosexual. Esto llegó a través de la TV, las películas, los libros, etc. Esta normalización ha hecho que la gente crea que la población homosexual es mucho mayor de lo que realmente es.

Un 53 por ciento de los estadounidenses entrevistados en una encuesta Gallup de 2015 estimaron que la proporción de homosexuales en la población era del 20 por ciento o más. Según los CDC [Centros para el Control de Enfermedades] aproximadamente el 1.65% de los hombres y las mujeres se identifican como homosexuales. Pero seamos generosos: tripliquemos esa cifra. Eso hace apenas un cinco por ciento.

Con la normalización viene la aceptación, y con la aceptación viene la ira dirigida contra los que no aceptan. Y no confundan la tolerancia con la aceptación. Los cristianos deberían ser tolerantes con la pecaminosidad del mundo, pero no aceptarla. Hay una diferencia.

Una vez que se establece la aceptación, las gentes le hacen presión al gobierno y las leyes son cambiadas. El matrimonio homosexual es un logro en esa área.

Pero, ¿qué viene a continuación? Después de la igualdad del matrimonio viene una marejada contra el «discurso de odio». A pesar de las promesas previas referentes a la libertad de religión, el discurso de odio pronto incluye las Escrituras. Usted verá: la Escritura está anticuada y mal. No tiene lugar en una sociedad moderna. El discurso de odio contenido en la Escritura puede incitar a la violencia contra los pederastas, y eso es peligroso. Usted puede practicar libremente su religión, sólo que quite toda esa cosa en contra de los homosexuales.

Finalmente las iglesias se hacen clandestinas y los cristianos son perseguidos por la ley por incitar a la violencia por la vía del discurso de odio, es decir, por predicar su fe.

Puedo oír cómo la gente se ríe. Ellos no saben lo que yo sé. No saben lo que muchos cristianos saben. Nos van a obligar a cumplir. Frank Bruni obtendrá lo que desea.

Cualquiera que piense que esta avalancha se va a detener no entiende la gravedad de la sociedad ni la malicia del corazón humano.

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