¿Es el Mahdi islámico el Anticristo de los últimos tiempos?

Gary DeMar | 10 de febrero de 2016

(AmericanVision) – Como lo sabe cualquiera que esté familiarizado con la profecía bíblica, Rusia fue el malo designado de los últimos tiempos en el siglo pasado. Con la caída de la Unión Soviética, los especuladores proféticos se han reestructurado par pintar un nuevo cuadro del fin del mundo basado en los titulares actuales. La toma de la embajada estadounidense por un grupo de extremistas islámicos durante la Administración de Carter avivó la especulación de que el Islam era un movimiento profético emergente. Algunos fueron al extremo de decir que las naciones islámicas se iban a alinear con Rusia para un asalto a Israel. Este escenario les permitía mantener vivo al factor Rusia sin demasiados cambios. Con el ataque a los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, el Islam una vez más asumió el lugar central en el escenario profético.

Una serie de nuevos libros proféticos han adoptado el criterio de que un líder islámico es el Anticristo que está profetizado:

En «El Anticristo islámico» Joel Richardson traza nuevas perspectivas con este devastador relato de una posible relación entre el Anticristo bíblico y el Mahdi islámico. La Biblia predice que en los últimos días un líder carismático establecerá un movimiento mundial en el nombre de la paz. El Corán también predice que se levantará un hombre para guiar a las naciones, con la promesa de inaugurar una era de paz. El hombre del Corán es llamado el Mahdi, o el salvador del Islam. Sin embargo, el hombre de la Biblia es llamado el Anticristo. ¿Será posible que sean la misma persona?

Michael Youssef, pastor fundador de la Iglesia de los Apóstoles en Atlanta, Georgia y presidente de Leading the Way with Dr. Michael Youssef [Mostrando el Camino con el Dr. Michael Youssef] ha escrito End Times and the Secret of the Mahdi [El fin de los tiempos y el secreto del Mahdi]. Es un popular comentario del libro del Apocalipsis que dice presentar «paralelos sorprendentes entre el Anticristo del Apocalipsis y el Mahdi del Islam».

La cosa es que en 1988 el Dr. Youssef publicó Earth King [El rey de la Tierra] (publicado de nuevo en 1992 con el título de Man of Peace: A Novel of the Anti-Christ [Hombre de paz: Una novela sobre el Anticristo]) en la cual el Anticristo es «nacido en una familia ruso-judía».1 En 1988 el Anticristo era un judío ruso, pero en 2016 es un musulmán. ¿Cómo es posible eso?

El problema de la interpretación del Mahdi islámico de Richardson, Youssef y otros es que había muchos anticristos cuando se escribió el Nuevo Testamento, y servían como una señal de que se acercaba el fin del Antiguo Pacto para aquella generación del siglo I: «Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo» (1 Juan 2:18).

Rara vez esos libros proféticos comienzan con una definición bíblica del anticristo. El libro del Dr. Youssef End Times and the Secret of the Mahdi comienza con el libro de Daniel (11:36; 12:1). Después pasa a Apocalipsis 13:5, 7 y continúa con 2 Tesalonicenses 2 (vea mi libro Last Days Madness [La locura de los últimos días] para un comentario de 2 Ts. 2) y luego regresa a Daniel (9:27). No es sino hasta la página 105 que cita un pasaje en que se halla la palabra «anticristo».

Youssef cita 1 Juan 2:18: «Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo». Después ofrece su interpretación:

«El Anticristo con A mayúscula todavía no se ha revelado, pero los anticristos con a minúscula está alrededor nuestro, propagando falsas enseñanzas en la sociedad y en la Iglesia».

No existe semejante diferencia entre un Anticristo con A mayúscula y anticristos con a minúscula. Había tan sólo anticristos, es decir, aquellos que «no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo» (2 Juan 1:7)

Primero: Juan no está describiendo diferentes clases de anticristos. La gente había oído que «el anticristo viene». Juan los corrige: hay más de un anticristo, y todos ellos se definen de la misma manera.

Segundo: Juan no está describiendo un anticristo de un futuro distante. Para la gente del tiempo de Juan era «el último tiempo» y la existencia de los anticristos era evidencia de esa verdad. Es por eso que Pedro declara que «el fin de todas las cosas se acerca» (1 Pedro 4:7) y los que se burlaban de esta verdad eran descritos como «burladores» (2 Pedro 3:3-4). Estos pasajes se refieren a la predicción que hizo Jesús en el Monte de los Olivos, la cual resultó en que Su juicio cayera sobre Jerusalén y fuera destruido el Templo (Mt. 24:1-2; Mc. 13:2; Lc. 19:44; 21:6) antes que aquella generación pasara (Mt 24:34).

Tercero: «así ahora han surgido muchos anticristos». Note la palabra «ahora». En 1 Juan 4:3, Juan confirma el «ahora» de su época al declarar: «el cual vosotros habéis oído que viene – el espíritu del anticristo – y que ahora ya está en el mundo» (1 Juan 4:2-3).

De acuerdo con la Biblia, un anticristo es alguien que «no confiesa que Jesús es venido en carne» (2 Juan 1:7). Juan está describiendo a los judíos incrédulos de su época. Sólo ellos se ajustaban al tiempo y al contexto. Juan los describe como «los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás» (Ap. 2:9; 3:9). Jesús fue entregado a los romanos porque dijo ser Dios encarnado: «Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios» (Juan 5:18; también 8:58-59; 10:33; 17:5; 19:7). Por supuesto, a los romanos no les interesaban las rencillas religiosas de los judíos. Fue por eso que los líderes religiosos de Israel le hicieron acusaciones políticas a Jesús ante Poncio Pilato (Lucas 23:2). Pero en realidad, fueron las afirmaciones religiosas de Jesús las que pusieron a los líderes religiosos judíos en contra suya.

No quiero ser demasiado duro con Joel Richardson ni Michael Youssef, ya que durante siglos los teólogos han propuesto demasiados candidatos al papel del anticristo como para relacionarlos aquí, y el Islam ha jugado un papel destacado en la especulación profética. Un vistazo a los comentaristas bíblicos a lo largo de los siglos mostraría una preocupación similar por la «exégesis de los periódicos», interpretando la Biblia a través del lente de los eventos del día. Durante siglos, la Iglesia Católica Romana («el Papado») y el Islam («el turco») han jugado papeles proféticos principales en la forma en que los expositores bíblicos interpretaban los textos, debido a que eran prominentes movimientos políticos y religiosos de la época.

«Por siglos, el Papado ha sido el candidato unánime a Anticristo.2 El sistema papal ha sido identificado como “el hombre de pecado” y la ramera babilónica de la cual habla la Escritura (2 Ts. 2; Ap. 19). Los protestantes del siglo XVI estaban convencidos de que Roma era el gran Anticristo y esa creencia se estableció de manera tan firme, que no fue hasta el siglo XIX que los evangélicos la cuestionaron seriamente».3

Wycliffe, Huss, Lutero, Melanchton, Knox, Zwinglio, Tyndale, Bradford, Hooper, Latimer, Cranmer, Wesley, Bengel y casi todas las denominaciones protestantes han etiquetado al Papado como el Anticristo, el Hombre de Pecado, y la Bestia del Apocalipsis 13. El Capítulo 25, Sección 6 de la Confesión de Fe de Westminster  del siglo XVII concluía, en su redacción original, que «No hay otra Cabeza de la Iglesia que no sea el Señor Jesucristo, ni puede el Papa de Roma, en ningún sentido, ser cabeza de la misma, sino que es ese anticristo, el hombre de pecado, e Hijo de Perdición, que se exalta a sí mismo en la Iglesia, contra Cristo y contra todo lo que es llamado Dios». Una redacción similar se puede hallar en la Declaración de Saboya, de la Iglesia Congregacional; en la Confesión Bautista de 1689 y en la Confesión de Fe de Filadelfia.

Peter Toon nos da un resumen histórico muy útil en el tópico relacionado con el Islam:

«Virtualmente en todo comentario del Apocalipsis de San Juan producido por los puritanos ingleses, independientes, presbiterianos y bautistas, aparecen referencias al Imperio Turco. Gog y Magog han sido identificados con los ejércitos de Turquía y el mundo musulmán; descripciones del poderío militar turco han sido vistas en el contenido de la trompeta (Ap. 9:13–21), y el año 1300 se creyó que iba a tener un gran significado, pues fue en ese momento que los turcos se convirtieron en una amenaza para la civilización europea».

* * * * *

«Para los puritanos ingleses, igual que para muchos de sus correligionarios protestantes del Continente Europeo, el hecho de que el Imperio Otomano tuviera como religión el Islam, la enseñanza de Mahoma, el “falso” profeta de Dios, fue suficiente para tildarlo de enviado o agente de Satanás, que buscaba destruir a la verdadera Iglesia de Cristo. En vista de eso no podemos sorprendernos al saber que creían que Dios le había dado a Juan en Patmos una visión de ese gran enemigo de los elegidos de Dios, que un día sería destruido por el poder de Cristo». 4

No debe causarnos sorpresa entonces que, hace siglos, cuando los cristianos escribieran sobre el tema de la profecía bíblica, tuvieran en cuenta los eventos del día. Para el intérprete historicista los avances del Islam no podían ser ignorados. «Durante las opresivas conquistas de los sarracenos5 las profecías referentes al Anticristo fueron escudriñadas de nuevo por los monjes y sacerdotes, con la esperanza de que proveyeran un indicio de que Mahoma o sus feroces seguidores estuvieran descritos en los pasajes relativos al Anticristo».6

Igual que hoy, muchos de los Reformadores veían el cumplimiento de la profecía durante su tiempo de acuerdo con los movimientos religiosos y políticos predominantes:

«La búsqueda de un significado obvio y directo de la Escritura, cuando se asoció a una convicción de que Dios debía haber hablado en ella de los tiempos en que vivían los reformadores, que eran “los últimos tiempos”, dio lugar a que se considerara a Daniel y al Apocalipsis como cartas o mapas de la historia de la Iglesia, desde la Epifanía [el primer advenimiento de Cristo] hasta el Juicio Final. El milenio de Apocalipsis 20, por tanto, fue identificado con los mil años de historia de la Iglesia. Pero fueron los capítulos 13 al 19 del Apocalipsis de Juan los que parecieron impresionar más profundamente a los seguidores de Calvino y Lutero. En ellos encontraron una promesa clara de que todos los enemigos de Cristo serían aplastados antes del Último Día. Los turcos, el Papado y todos los que los apoyaban serían derrotados».7

El Reformador protestante Martín Lutero (1483 – 1546) creía que «el Papado era el Anticristo  al que se aludía en el capítulo 11 de Daniel, y el turco era el cuerno pequeño que reemplazaba a tres cuernos de la bestia en el capítulo 7».8 También identificaba al turco con Gog y al Papado con Magog. Lutero tenía mucho que decir de los turcos en la historia y la profecía. Escribió De la guerra contra los turcos en 1528. Su segundo tratado, Sermón del Ejército contra los turcos, fue escrito en la época del sitio infructuoso de Viena por los turcos en 1529. Lutero escribió lo siguiente en 1532:

«Soy por entero de la opinión de que el Papado es el Anticristo. Pero si alguno desea añadir al turco, entonces el Papa es el espíritu del Anticristo, y el turco es la carne del Anticristo. Ellos se ayudan mutuamente en su obra homicida. El último asesina en la carne y con la espada; el primero, espiritualmente y con la doctrina».9

Al igual que los especuladores proféticos de hoy en día, Lutero creía que el fin estaba cercano, y la presencia del Papado y los turcos era una prueba contundente. «En ningún otro momento de su vida estuvo él tan seguro de la inminencia del fin, y en los meses finales de 1529 y primeros de 1530 trabajó febrilmente para entender e incorporar el evento del turco en el esquema total de la Historia».10 En una carta a un amigo, escrita poco antes de su muerte, Lutero dice: «Creo que somos la trompeta final, que prepara y precede al advenimiento de Cristo».11 Lutero no era el único que tenía esta convicción.12 Aunque el fin no llegó antes de 1600, como Lutero y otros pensaban, el Islam de todas formas jugó un papel destacado en la especulación profética.

Al igual que Martín Lutero, Juan Calvino (1509 – 1564) tampoco escribió un comentario sobre el libro del Apocalipsis. No obstante, sí hizo cierta cantidad de contribuciones importantes al tópico de la escatología. Aunque Calvino comentó sobre el auge del Islam no predijo que el fin estuviera cerca. Calvino creía que el Islam era uno de «los dos cuernos del Anticristo», mientras que el Papa era el otro.13 «Calvino y las notas marginales de la Biblia de Ginebra identificaban a este adversario = el misterio de la iniquidad = con el Papado».14 La destrucción del Anticristo no es, desde el punto de vista de Calvino, ningún hecho apocalíptico singular:

«[Pablo] había predicho la destrucción del reino del Anticristo; ahora indica la forma de la destrucción: que sería reducido a la nada por la palabra del Señor. Sin embargo, no está claro si está hablando de la última aparición de Cristo, en que será manifestado desde el cielo como Juez. Las palabras, ciertamente,  parecen significar esto, pero Pablo no quiere decir que Cristo llevaría a cabo eso en un momento. Por tanto, debemos entenderlo de esta manera: que el Anticristo será destruido por completo y en todo sentido cuando llegue el día final de la restauración de todas las cosas».15

La posición de Calvino era que todas las naciones abrazarían el Evangelio algún día. Tal creencia abarcaba a las naciones católicas romanas e islámicas. Una lectura integral de «los Comentarios de Calvino da pie a algunos eruditos para sacar la conclusión de que él preveía la propagación del Evangelio y la verdadera religión hasta los confines de la tierra».16

«Cuando nuestro Señor Jesucristo aparezca» declaraba Calvino «tomará posesión del mundo entero, y su reino se extenderá de un extreme al otro, especialmente con la proclamación del Evangelio… Dios ha consagrado a toda la tierra mediante la preciosa sangre de su Hijo, con el propósito de que la habitemos y vivamos bajo su reinado». Eso significaba que la reforma religiosa señalaba también a la reforma del ámbito secular. «No sólo debemos dolernos por las ofensas cometidas por los incrédulos» advertía Calvino «sino que además tenemos que reconocer que seguimos siendo indignos de mirar al cielo hasta que haya armonía y unanimidad en la religión, hasta que Dios  sea adorado con pureza por todos, y todo el mundo esté reformado». Los creyentes «adoran de verdad a Dios mediante la justicia que manifiestan en su sociedad».17

El Critical Commentary and Paraphrase of the Old and New Testaments, [Comentario crítico y paráfrasis del Antiguo y Nuevo Testamentos] editado por Symon Patrick, fue una serie de comentarios muy popular publicada a principios del siglo XVIII, con una edición corregida que apareció en 1822. Los comentarios de William Lowth sobre Ezequiel 38:15 son representativos de la época:

[tú y muchos pueblos contigo, todos ellos a caballo…] La descripción que se da aquí de este pueblo puede aplicarse con propiedad a los turcos, la fuerza principal de cuyo ejército está en la caballería y en el gran número de ellos que ponen en el campo, como observan los escritores de la historia turca; compare Ap. 9:6, que muchos intérpretes consideran que son los turcos».18

John Gill (1697 – 1771) y Thomas Scott (1747 – 1821) siguieron una metodología similar. Gills menciona a los turcos islámicos varias veces en su comentario de Ezequiel 38, identificándolos con «Gog».19 Scott halla que «los turcos, tártaros o escitas de las partes septentrionales de Asia, quizás unidos con los habitantes de regiones más meridionales, harán la guerra a los judíos y serán eliminados de la manera predicha». Scott no da una fecha en la cual esto podría cumplirse. 20

Las Disertaciones sobre las Profecías [Dissertations on The Prophecies], de Thomas Newton, publicadas por primera vez en 1755, identifican a la estrella que cae en Apocalipsis 9:1 con Mahoma, y las langostas con los árabes:

«Al sonido de la quinta trompeta (ver. 1–3, [de Ap. 9]) una estrella que cae del cielo, que representa al malvado impostor Mahoma “abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo”; es decir, se estableció una falsa religión que llenó el mundo con tinieblas y error; y enjambres de langostas sarracenas o árabes y cubrieron la tierra. Un falso profeta es representado adecuadamente con una estrella fugaz o meteoro. De la misma manera, los árabes son comparados acertadamente con las langostas, no sólo porque los ejércitos numerosos con frecuencia lo son, sino también porque enjambres de langostas a menudo surgen de Arabia y también porque en las plagas de Egipto, a las cuales se hace una alusión constante en esas trompetas, “las langostas (Éx. 10:13) son traídas por un viento oriental”, o sea, desde Arabia, que está al oriente de Egipto; y también porque en el libro de los Jueces (7:12) el pueblo de Arabia es comparado con “langostas o saltamontes, porque eran una multitud”, pues en el original la palabra para ambas cosas es la misma».21

Newton ve una buena parte de la historia islámica predicha en el capítulo 9 del Apocalipsis. Dice que «las últimas de sus conquistas fueron Candía en la antigua Creta en 1669 y Cameniec en 1672».22 Por supuesto, está interpretando la Biblia a posteriori. ¿Acaso la gente que leían Apocalipsis 9 en los primeros siglos después de ser escrito vieron el ascenso del Islam? ¿Vieron algo semejante a lo que los futuristas dicen que está a punto de suceder?

La interpretación preterista de la profecía está basada en el tiempo de los textos de Apocalipsis 1:1, 1:3 y 22:10, en que se nos dice que los eventos están «cerca» para los primeros que tomaron el Apocalipsis para leerlo. Todos los demás sistemas de interpretación son adivinaciones que necesitan una revisión constante a medida que cambian los eventos de actualidad.

Para poner otro ejemplo: James Glasgow, quien fungiera como Profesor de Lenguas Orientales en la Asamblea General de Irlanda, escribe en su comentario del Apocalipsis: «Estoy de acuerdo con dichos intérpretes que han identificado a este meteoro [en Apocalipsis 9:1] con Mahoma y con el sistema al que él y sus seguidores llaman Islam».23 Glasgow se atiene al enfoque historicista interpretativo del Apocalipsis, similar al de Lutero. Las dos potencias semejantes a bestias del Apocalipsis se dice que son la Iglesia Católica Romana y el mahometanismo. Glasgow sitúa el cumplimiento de la profecía de Apocalipsis 9:19 «cuando los otomanos tomaron Constantinopla en el año 1453 y establecieron en Europa ese dominio que desde entonces ha sido llamado Turquía…»24 La comprensión del Islam por parte de Glasgow es similar a lo que estamos leyendo hoy:

«Ahora la historia del surgimiento y progreso del mahometanismo es la historia del surgimiento y progreso de un sistema religioso y de un poder político unidos de manera inseparable; de una religión propagada por la espada, que moviliza ejércitos comparables con enjambres de langostas [Ap. 9:3] y que lleva a cabo asaltos devastadores, de pillaje y subyugación “en la tierra” – la región nominalmente cristiana, pero ahora corrupta de palestina, Egipto, Siria, etc.… El secreto de su bravura está en la enseñanza de Mahoma y se puede encontrar en el Corán. Les ha enseñado que si caen en combate contra los kafirs, o infieles, serán shaheds, o mártires e irán sin falta al Paraíso (Behisht) con sus atracciones sensuales; y que aquellos que maten infieles serán llamados gazis, o héroes y disfrutarán del favor especial de Dios. El resultado natural ha sido un ardor que los ha llevado por los campos de batalla con el deseo de ser muertos y disfrutar de la perspectiva deslumbrante del Paraíso.25

Adam Clarke adopta un método similar de interpretación en su exposición de Apocalipsis 9. La descripción de las «langostas» del versículo 7 «parece haber sido tomada de Joel 2:4. El cuadro general de esta descripción simbólica de una fuerza militar avasalladora se ajusta muy bien a las tropas de Mahoma. Los árabes son los jinetes más expertos del mundo; viven tanto a caballo que el caballo y su jinete parecen ser un solo animal».26 Tenga en cuenta que con la interpretación historicista esta sección del Apocalipsis fue considerada como cumplida en 1810, cuando Clarke publicó su comentario.

Si la Historia nos enseña algo es que tratar de predecir el fin es una ciencia inexacta cuando se ignora el contexto histórico de una profecía determinada.  A pesar de las supuestas buenas intenciones de acercar a las gentes a la realidad de la Palabra de Dios, la especulación profética parece tener el efecto contrario. Los escéptico a menudo preguntan: Si la Biblia está clara en este tema (y lo está, si los intérpretes se ajustan al texto) ¿por qué tantos intérpretes se han equivocado durante tanto tiempo? Es una pregunta legítima que necesita ser respondida por los pronosticadores proféticos de hoy.

No hay duda de que el Islam es una ideología destructora. Era destructora en el siglo VII, y fue destructora en el siglo XVI. Fue derrotada con el Evangelio. En lugar de hacer más predicciones fatídicas, deberíamos poner manos a la obra con un Evangelio de esperanza y no uno de derrota escatológica que sólo puede remediarse con un «rapto» de la iglesia.

Pie de notas:

  1. Man of Peace (Nashville: Thomas Nelson, 1992), p. ix.
  2. Samuel J. Cassels, Christ and Antichrist or Jesus of Nazareth Proved to be the Messiah and the Papacy Proved to be the Antichrist (Filadelfia, Pennsylvania: Presbyterian Board of Publication, 1846) y Christopher Hill, Antichrist in Seventeenth-Century England (Nueva York: Oxford University Press, 1971), pp. 1-40.
  3. Iain Murray, The Puritan Hope: Revival and the Interpretation of Prophecy (Londres: Banner of Truth Trust, 1971), p. 41.
  4. Peter Toon, “Introduction,” Puritans, the Millennium and the Future of Israel: Puritan Eschatology 1600 to 1660 (Londres: James Clarke & Co. Ltd., 1970), pp. 19–20.
  5. Sarracenos fue el nombre que los cristianos les dieron a los  musulmanes durante la época de las Cruzadas; los musulmanes que invadieron España desde Marruecos fueron llamados moros. El término sarraceno puede estar basado en una palabra que significaba «orientales».
  6. LeRoy Froom, Prophetic Faith of Our Fathers: The Historical Development of Prophetic Interpretation, 4 tomos (Washington, DC: Review and Herald, 1950), 1:530.
  7. Toon, “The Latter-Day Glory,” Puritans, the Millennium and the Future of Israel, p. 25.
  8. Mark U. Edwards, Jr., Luther’s Last Battles: Politics and Polemics, 1531–46  (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1983), p. 97. «Para Martín Lutero, la Iglesia Católica era nada más ni nada menos que  Babilonia — “No sería una sorpresa” escribió en 1520 “que Dios hiciera llover fuego y azufre desde el cielo y hundiera a Roma en el abismo, como lo hizo con Sodoma y Gomorra en la antigüedad — y el Papa, el Anticristo. “Si no lo es”  – exclamó Lutero – “entonces que alguien me diga quién lo es”»  Arthur Herman, The Idea of Decline in Western History (Nueva York: The Free Press, 1997), p. 19.
  9. Citado en Ewald M. Plass, What Luther Says: A Practical In-Home Anthology for the Active Christian (St. Louis, Missouri: Concordia Pub. House, 1959), p. 33.
  10. John H. Headley, Luther’s View of Church History (New Haven, Connecticut: Yale University Press, 1963), p. 245.
  11. Citado en Headley, Luther’s View of Church History, p. 265.
  12. Katharine R. Firth, The Apocalyptic Tradition in Reformation Britain: 1530–1645 (Oxford, Inglaterra: Oxford University Press, 1979), pp. 17–19.
  13. John Calvin, Sermons on Deuteronomy (Edimburgo: Banner of Truth Trust, [1555] 1987), 666.
  14. Hill, Antichrist in Seventeenth-Century England, p. 4.
  15. John Calvin, Commentaries on the Epistles to the Philippians, Colossians, and Thessalonians, ed. rep. (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 1957), p. 335.
  16. J. A. DeJong, As the Waters Cover the Sea: Millennial Expectations in the Rise of Anglo-American Missions—1640–1810 (Kampen, Holanda: J. H. Kok, 1970), p. 8.
  17. William J. Bouwsma, John Calvin: A Sixteenth Century Portrait (Nueva York: Oxford University Press, 1988), p. 192.
  18. William Lowth, “A Commentary Upon the Prophet Ezekiel,” A Critical Commentary and Paraphrase of the Old and New Testaments and the Apocrypha, ed. Symon Patrick, 6 tomos edición revisada (Londres: J. F. Dove, 1822), 4:67.
  19. John Gill, Exposition of the Old Testament, 9 tomos ed. rep. (Paris, Arkansas: The Baptist Standard Bearer, Inc., [1810] 1989), 6:197-200.
  20. Thomas Scott, The Holy Bible, Containing the Old and New Testaments, 3 tomos (Nueva York: Collins and Hannay, 1832), 2:773.
  21. Thomas Newton, Dissertations on The Prophecies, Which Have Remarkably Been fulfilled, and at This Time are Fulfilling in the World (Londres: J. F. Dove, 1755), pp. 481–482.
  22. Newton, Dissertations on the Prophecies, p. 490.
  23. James Glasgow, The Apocalypse Translated and Expounded (Edimburgo: T. & T. Clark, 1872), p. 251.
  24. Glasgow, The Apocalypse, p. 270.
  25. Glasgow, The Apocalypse, pp. 254, 257.
  26. Adam Clarke, Clarke’s Commentary, 3 tomos (Nashville: Abingdon Press, [1810] n.d.), 3:1002.
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