Este 4 de julio exige introspección

Ramon Arias | 30 de junio de 2014

Otro 4 de julio que podría ser una tradición sin sentido no muy diferente a los años anteriores, o bien, que podría conducir a un examen de conciencia de aquellos que quieran saber la verdad acerca de la diferencia entre la América de la Declaración de Independencia y la América de nuestros tiempos, que casi no se le parece.

Las colonias estadounidenses a finales del siglo 18 eran cristianas, en su mayoría, que apreciaban y valoraban el carácter. Eran colonos que entendieron la importancia del gobierno de Dios y Su ley moral en todos los ámbitos de la vida y el papel que desempeñan en el autogobierno y la educación para todos en virtud de los principios de Dios.

Cuando parte de los colonos ya no podían tolerar la imposición opresiva en sus vidas por la monarquía, ellos vieron todo esto como evidencia de la tiranía y ya no disfrutaban la libertad dada por Dios. La Declaración de la Independencia es la lista de 27 agravios que les llevaron a declarar su separación de Gran Bretaña. Los colonos estadounidenses se dividieron en tres grupos: los patriotas que querían su independencia de Gran Bretaña, los leales que no querían que las colonias disolvieran  los lazos con Inglaterra, y otros que por diversas razones eran «neutrales». La Guerra de Independencia comenzó con una sociedad dividida. Los patriotas ganaron la guerra y el derecho a una nueva forma experimental de gobierno. 

En el segundo párrafo de la Declaración, se afirma: «Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables, que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». 

Ellos sabían la verdad de que todos los hombres son creados iguales, y lo malo que era practicar la esclavitud de una manera tan inexcusable e inhumana. Sabían que era una violación directa de la Ley y el orden moral de Dios: «El que roba a un hombre y lo vende, y cualquiera que se encuentre en posesión de él, será castigado con la muerte» (Éxodo 21:16). La resistencia a liberar a todos los esclavos fue juzgada por las normas del cielo en el siglo 19.

A medida que continuamos a través de este viaje terrenal, incluso en la actualidad, sabemos claramente que la forma de experimento de gobierno estadounidense no ha funcionado. Los progresistas, también conocidos como humanistas / liberales / socialistas / comunistas / marxistas, en su mayoría dominan a Estados Unidos. Sus ideas en contra de Dios y su religión de mono/chango (evolución) están en el control en todos los ámbitos de la sociedad.

Somos una nación profundamente dividida y en grave peligro de colapso total si seguimos ignorando que fue Dios Todopoderoso, que en 1620 movió los corazones de las familias de peregrinos para establecer una sociedad basada en la Biblia, que se convirtió en una luz brillante en una colina para que todo el mundo viera que el Todopoderoso gobierna en los asuntos de los hombres y las naciones.

Este 4 de julio que sea un espejo para tu alma y el alma de Estados Unidos. Al considerar a fondo el significado de la Declaración de Independencia como el documento oficial donde inconfundiblemente el pueblo estadounidense le declaró al mundo sus convicciones y creencias y su fe en el Dios de la Biblia.

La Declaración de Independencia no deja lugar a duda o para titubear de que este es un país de Dios en sus inicios. Los derechos humanos son dados por Dios. Cuando los cristianos renuncian a esos derechos no pueden esperar que Dios los honre o los bendiga. La Declaración sostiene claramente la existencia de Dios como «evidente» y con el fin de verificar esta verdad no tenemos que consultar el conocimiento de los hombres, sino que vamos directamente a la Palabra revelada de Dios, las Escrituras, la Biblia, que es la fuente fundamental y la autoridad del conocimiento, la comprensión y la sabiduría que la humanidad necesita.  

La Declaración de Independencia hace cinco referencias a Dios, dos en el primer párrafo, una en el segundo y dos en el último párrafo. Él es el Creador de todos los hombres y la naturaleza. Él es quien tiene el poder de la creación y es el Legislador Supremo: «Porque el Señor es nuestro juez; el Señor es nuestro legislador; el Señor es nuestro Rey; él mismo nos salvará» (Isaías 33:22).

La vida y la libertad son los regalos inalienables de Dios. No hay ningún error en la Declaración de que Dios es la fuente de estos derechos y no los hombres. Nadie, incluyendo a las instituciones, puede legítimamente tomar esos derechos. El gobierno civil fue instituido para asegurar, proteger y defender estos derechos individuales dados por Dios. Desde el 2 de julio de 1776, cuando el Congreso votó a favor de aprobar la separación de Gran Bretaña, fue la segunda vez en la historia  que el gobierno humano cambió de un papel dominante a uno de siervo. La primera vez que esto sucedió fue cuando Dios liberó a Israel después de 430 años de esclavitud en Egipto. En el Monte Sinaí, los israelitas recibieron la ley moral de Dios que iba a ser la base no sólo para ellos sino también para todas las naciones.

Los firmantes de la Declaración de Independencia eran apasionados de sus derechos dados por Dios al confirmar: «Que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres, derivando sus justos poderes del consentimiento de los gobernados …» Los servidores públicos electos o asignados son siervos públicos no «amos» o «dioses» de la sociedad. deberán poner como rey de su nación a aquel compatriota de ustedes que el Señor su Dios escoja. No deben tomar como rey a un extranjero, a uno que no sea su compatriota.” (Deuteronomio 17:15). “Volverán a tener su propio gobernante,
quien surgirá de entre ellos mismos.
Lo invitaré a que se acerque a mí —dice el Señor—, porque ¿quién se atrevería a acercarse sin ser invitado?” (Jeremías 30:21).

Los hombres que firmaron la Declaración de Independencia fueron visionarios y muy valientes para resistir al imperio más poderoso de su tiempo junto con su máquina de guerra. En sus palabras finales antes de su firma, la Declaración afirma: «Nosotros, por lo tanto, los Representantes de los Estados Unidos de América, en Congreso General, apelando al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones …. Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia, empeñamos mutuamente nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro sagrado honor».

Muchos de los 56 firmantes de la Declaración de Independencia pagaron el precio más alto con sus vidas, algunos sufrieron encarcelamiento, confiscación de propiedades y perdieron sus fortunas. La libertad, como en el ejemplo de Jesús en la cruz, siempre será un recordatorio de que hay un precio que pagar para que la gente sea libre. Los firmantes de la Declaración entendieron esto, y ellos estaban entusiasmados para que las generaciones futuras pudieran mantener el fuego de la libertad de Dios encendido.

Esa llama que ardía en sus corazones y sus mentes por la libertad era su objetivo común de la unidad en la convicción de que Dios gobierna Supremo y Su Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Los Padres Fundadores eran hombres de fe bíblica y estudiantes serios de la Palabra de Dios. No tenían ningún conflicto en el entendimiento de que la ley moral de Dios es el fundamento de la autonomía y se aplica a todas las instituciones sociales.

Oímos mucho acerca de una próxima convención de los estados para reformar la Constitución. Lo que aprendimos de la primera Constitución es que los hombres hacen terribles errores cuando se deciden a abandonar la ley moral de Dios. Por otro lado, sabemos que los enemigos de Dios han estado promoviendo la idea de que la Constitución es un documento vivo, es decir: «Ignorémosla, porque ya no se aplica y sigamos adelante sin ella».  Aquí hay algo que tú puedes recordar y mantener en tu corazón, tu mente y lo proclames con persuasión para que todos oigan: que la Declaración de Independencia no debe ser entregada en las manos de los que tienen malas intenciones para modificarla o enmendarla, nunca olvides que este es un documento oficial.

Dios ha puesto el futuro de esta nación en las manos de Su pueblo. Te exhorto a adquirir conocimiento y familiarizarte con la Declaración de la Independencia y prestar mucha atención a las razones de que Dios se menciona en este documento oficial. El tema de los impuestos era sólo una queja de las 27 mencionadas. Inicia este camino de aprendizaje y que el Espíritu Santo te revele el espíritu de 1620 y 1776 y lo que debes hacer para marcar la diferencia. No minimices lo que Dios puede hacer a través de ti.

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