La revolución de los cambios de sexo está basada en la ideología, no en la Ciencia

Ryan T. Anderson | 22 de enero de 2018

Foto: iStock Photos

(Daily Signal) – Hace veintiocho años, el estreno de When Harry Met Sally [Cuando Harry conoció a Sally] desató un gran debate: el de si un hombre y una mujer podían ser simplemente amigos.

Ese asunto puede estar todavía sin resolver, pero ahora estamos obligados a enfrentarnos a un debate más fundamental: el de si los hombres pueden convertirse realmente en mujeres.

Los Estados Unidos están en medio de lo que ha sido llamado un «momento transexual». En el transcurso de un año, los asuntos transexuales pasaron a ser, de algo que la mayoría de los americanos nunca habían oído hablar, a una causa que reclama el manto de los derechos civiles.

Pero ¿puede realmente un muchacho estar «atrapado» en un cuerpo de muchacha? ¿Puede realmente la medicina moderna «reasignar» el sexo? Para empezar, ¿es el sexo algo «asignado»? ¿Cuál sería la respuesta amorosa a un amigo o a un niño que esté pasando por un conflicto de identidad sexual? ¿Qué deberían decir nuestras leyes sobre estos asuntos?

Estas no deberían ser preguntas difíciles.

Apenas unos pocos años antes que Cuando Harry conoció a Sally  llegara a los cines, el Dr Paul McHugh pensó que había convencido a la vasta mayoría de la profesión médica de no aceptar las ruidosas afirmaciones sobre el sexo y el género proferidas por algunos de sus colegas. Como jefe de la cátedra de psiquiatría de la Escuela de Medicina del Johns Hopkins y psiquiatra jefe del Hospital Johns Hopkins, McHugh  puso fin a las operaciones de reasignación de sexo en el Hopkins.

Una vez que el destacado hospital Johns Hopkins hizo esto, muchos centros médicos en toda la nación lo imitaron.

Sin embargo, en años recientes hemos presenciado un resurgir de estos procedimientos drásticos, no a la luz de nuevas evidencias científicas, valga decirlo, sino como resultado de un creciente movimiento ideológico. Ese es nuestro momento transexual.

Las personas que están cada vez más en la mira de este momento son los niños.

En los últimos 10 años, decenas de clínicas pediátricas sexuales han surgido en todos los Estados Unidos. En 2007, el Hospital Infantil de Boston «se convirtió en el primer programa mayor de los Estados Unidos en ser dirigido a los niños y adolescentes transexuales», como se jacta su propio sitio web.

Una década después, más de  45 clínicas sexuales abrieron sus puertas a los niños de nuestra nación, diciendo a los padres que los bloqueadores de pubertad y hormonas  transexuales pueden ser la única manera de prevenir el suicidio de los adolescentes.

No importa que, según los mejores estudios -los mismos que citan los activistas transexuales-  del 80 al 95 por ciento de los niños con disforia sexual lleguen a identificarse y a aceptar su sexo corporal.

No importa que el 41 por ciento de las personas que se identifican como transexuales intenten suicidarse en algún momento de sus vidas, comparado con el 4,6 por ciento de la población general. No importa que las personas que han tenido cirugía de transición tengan 19 veces más probabilidades de suicidarse que el promedio de la población.

Estas estadísticas deberían detenernos en seco. Está claro que debemos trabajar para hallar la manera de prevenir esos suicidios y tratar con las causas subyacentes, pero lo cierto es que no debemos estar alentando a los niños a la «transición».

Muchos psicólogos y psiquiatras creen que la disforia de sexo es igual a las demás disforias, o formas de incomodidad con el cuerpo de uno, como la anorexia. Las sensaciones de incomodidad pueden conducir a creencias erróneas sobre uno mismo o sobre la realidad, y más tarde, a acciones que correspondan con esas sensaciones falsas.

Las terapias más útiles no se concentran en alcanzar lo imposible -cambiar de cuerpo para acoplar los pensamientos y sensaciones- sino  en ayudar a la gente a aceptar y que les guste la ver dad sobre sus cuerpos y la realidad.

Lo que funciona, en el fondo, es una comprensión correcta de la salud mental y física, del funcionamiento adecuado del cuerpo y la mente de uno, y una comprensión correcta de la medicina como práctica encaminada a restaurar la salud, no simplemente a satisfacer los deseos de los pacientes.

Para que los seres humanos prosperen, necesitan sentirse cómodos en sus cuerpos, identificarse rápidamente con su sexo y creer que son los que realmente son.

En mi nuevo libro When Harry Became Sally: Responding to the Transgender Moment, [Cuando Harry se convirtió en Sally. Respuestas al Momento Transexual] sostengo que McHugh tenía razón.. LA mejor biología, psicología y filosofía, todas ellas, apoyan una comprensión del sexo como una realidad corporal, y del género como una manifestación del sexo corporal. La Biología no es un prejuicio.

En mi libro ofrezco un enfoque equilibrado de los asuntos de política de acción, una visión detallada del cuerpo humano y un estudio sobrio y honesto de los costos humanos que tiene percibir la naturaleza humana de forma incorrecta.

A pesar de los mejores esfuerzos de los activistas por presentar un frente unido, Harry no puede convertirse en Sally. La insistencia desesperada de los activistas en sentido opuesto sugiere que el momento transexual está pasando.

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