Ramón Arias | 18 de abril, 2016
El nivel de frustración en el ámbito nacional e internacional está aumentando peligrosamente sin ninguna señal de resolver la causa o las causas de estos problemas de esta nación y del mundo. Para empeorar las cosas, las supuestas soluciones que se están implementando han demostrado ser fatales en el pasado.
La gente exige los cambios deseados en la cultura pasando por alto el hecho de que esas condiciones sociales son el resultado de las ideas que se han implementado. Las personas y las sociedades están en constante transformación, y la cultura recibe el impacto de lo que la gente piensa y las decisiones que toman y llevan a cabo.
Aquellos cuyas mentes han sido adoctrinadas para creer que la ingeniería social humanista traerá consigo la utopía tan deseada, viven en la negación de las causas verdaderas del por qué los Estados Unidos está en declive. El daño a los Estados Unidos es como resultado de su corrupción espiritual, su falta de ética y los valores torcidos. Cuando las personas se alejan de los valores morales bíblicos el cambio que aportan a la cultura nunca es positivo, nunca lo ha sido y nunca lo será.
A lo largo de la historia, es evidente que la transformación de las personas es una realidad ineludible. Los principios en los que esta transformación se lleva a cabo siguen siendo la centralidad de todo cambio cultural. Hace dos mil años, el apóstol Pablo al escribirle a los cristianos de Roma les dio instrucciones de la importancia de su transformación y los medios para lograrlo:
“¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos! Porque:¿Quién entendió la mente del Señor? ¿O quién llegó a ser su consejero? ¿O quién le ha dado a él primero para que sea recompensado por él?
Porque de él y por medio de él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Romanos 11:33-36)
“Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable (agradable) a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y no se adapten (no se conformen) a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable (agradable) y perfecto.” (Romanos 12:1-2)
Pablo estaba expresando que la verdadera fuente de la sabiduría y el conocimiento vienen de Dios Todopoderoso, que es el punto de partida para todo lo que hay que ser y hacer. También hace un llamado a los cristianos, mediante un ejemplo que pudieran entender, en nuestros tiempos esto demanda lo mismo de nuestro compromiso: «que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable (agradable) a Dios, que es el culto racional de ustedes» (v 1). El objetivo es morir a la vieja vida conforme la nueva crece en la plenitud de Jesucristo.
Los cristianos entendieron el significado de lo que era un sacrificio en la cultura romana y en otras culturas. Pablo, apelando a ellos para ofrecer sus vidas como un sacrificio vivo, sabía que el sacrificio tenía que hacerse bajo las condiciones de Dios para su aceptación; no hay excepciones. Además, en su carta da la explicación:
«…ni presenten los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino preséntense ustedes mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia… Hablo en términos humanos, por causa de la debilidad de su carne. Porque de la manera que ustedes presentaron sus miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para iniquidad, así ahora presenten sus miembros como esclavos a la justicia, para santificación.» (Romanos 6:13, 19)
Tiene que haber una transformación significativa si el creyente está realmente en Cristo. Dios no está impresionado con el servicio de labios. Si simplemente declaramos que somos de Cristo, pero carecemos de una vida totalmente comprometida a su servicio entonces será imposible dar fruto en abundancia, pues separados de Él no somos nada (Juan 15:5). El precio de la redención fue muy alto, “Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo…” (1 Corintios 6:20). Jesús dio su todo y Dios espera que sigamos en Sus pasos en la entrega total.
Pablo explica lo que debe seguir después de nuestro compromiso total. “Y no se adapten (no se conformen) a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable (agradable) y perfecto.” (Romanos 12:2)
Sólo hay una agenda que tendrá éxito en el tiempo y la historia; es la agenda de Dios; Su voluntad se hará en la tierra como en el cielo (Mateo 6:10). Analicemos brevemente lo que Pablo quiso decirles a los cristianos de Roma en el versículo 2:
“No se conformen a este mundo” la palabra griega que se usa en este pasaje para el mundo es la palabra era. La definición en la Concordancia Strong para la palabra era es, un ciclo de tiempo. Cada generación vive en un ciclo cultural; los cristianos no deben imitar o comprometerse con las costumbres de su tiempo sin Dios. El apóstol Pedro dijo lo siguiente: “Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia.” (1 Pedro 1:14)
El siguiente paso en las instrucciones de Pablo fue, “sino transfórmense mediante la renovación de su mente”, ni Dios el Padre, Jesucristo ni el Espíritu Santo van a renovar nuestra mente por nosotros; es la responsabilidad de cada creyente. Hemos recibido el nuevo nacimiento en Cristo Jesús, pero nuestra madurez en la plenitud de Dios está sujeta a la forma en que desarrollamos la mente de Cristo en nosotros para llegar a la transformación deseada. Estos pasajes arrojan luz sobre esto, «Porque ¿quien ha conocido la mente del Señor, para que Lo instruya? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.» (1 Corintios 2:16), «y que sean renovados en el espíritu de su mente,» (Efesios 4:23), “y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquél que lo creó.» (Colosenses 3:10)
A medida que nos desarrollamos día a día, la renovación de nuestra mente en Cristo se hace más fácil para cumplir con el siguiente paso: “… para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable (agradable) y perfecto.” (v. 2) de todas las perspectivas del mundo que influyen en la humanidad, sólo el punto de vista bíblico es el correcto que se aprueba por el fruto que produce. A medida que diariamente y con diligencia estudiamos la Palabra de Dios, el Espíritu Santo nos guiará a toda la verdad para poner a prueba y discernir toda falsedad como se manifiesta en todos los ámbitos de la vida. Estaremos mejor preparados para saber lo que es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.
Antes de que Cristo nos salvara, nuestras vidas se orientaban a ir contra la ley de Dios y participamos en la transformación de la cultura del mal. Ahora que nuestras vidas están siendo recreados en la plenitud de Dios, nuestro Padre Celestial, Jesucristo y el Espíritu Santo esperan que hagamos nuestra parte para transformar la cultura actual. Vamos a tener que rendir cuentas de nuestra contribución a nuestra generación, tanto para el bien como para el mal.
Tú y yo no podemos esperar a que otros creyentes hagan lo que nosotros tenemos que hacer individualmente. No estamos llamados a hacer todo sólo las cosas que nos serán reveladas. Nunca debemos subestimar el potencial que nos ha dado Dios.
A medida que más y más de los hijos de Dios entienden sus vidas transformadas, ellos también tendrán un impacto positivo en la cultura para la gloria de Dios y dejar un digno ejemplo para los que vendrán después de nosotros.