¿Nos enfrentaremos pronto con tiempos de gran pesimismo?

Nena Arias | 10 de octubre de 2022

“Esfuérzate, y luchemos valientemente por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios;
y que el SEÑOR haga lo que le parezca bien”.
(2 Samuel 10:12)

Las cosas en Estados Unidos están empeorando escandalosamente en todos los ámbitos y el mensaje de pesimismo nos llega de todas direcciones como si algo inusual estuviera ocurriendo en la nación y el mundo. ¿Ha sucedido esto antes?

Una de las razones por las que soy firme defensor de la historia precisa y sin adulterar son las invaluables lecciones que aprendo del pasado. Es indiscutible que la historia revela las razones de la actual condición social y las cosas que yo, como individuo, debo construir para un mejor resultado. Mis acciones sí tienen consecuencias, para bien o para mal, y así es con todo ser humano. No permitas que nadie te distraiga del hecho de que lo que creemos y por lo que trabajamos determina los resultados finales.

A lo largo de miles de años en cada generación, los humanos hacen sus mejores esfuerzos para desarrollar y establecer sus condiciones políticas, morales, sociales, económicas y religiosas. También es cierto que muchos ofrecerán sus soluciones a otros que intentan salir de situaciones complejas y dañinas. Las mentes perezosas no se molestan en verificar si lo que están escuchando es verdad, verdades a medias, mitos o mentiras; y como ovejas, son llevados al matadero.

La buena noticia es que no todos son tan descuidados, hay algunos individuos que son diligentes en llegar a la verdad, y una vez que la entienden; la viven, la proclaman y la defienden lo mejor que pueden. Lo que la historia y las personas que buscan la verdad tienen en común es que la verdad nunca pasa de moda. La verdad prueba que, si fue bueno en el pasado, es bueno para hoy y será bueno para mañana; aquellos que actúan en consecuencia pueden contar con estos principios y hechos para que las cosas realmente funcionen para bien, si es que no se dan por vencidos.

No te dejes intimidar por la multitud de la política correcta (PC). Nunca te disculpes por sacar a la luz la verdad que libera a las personas. Debemos escudriñar todo, y me refiero a todo, desde los políticos y el gobierno en todos los niveles hasta la economía, que incluye todos los programas sociales. Desde la educación hasta los medios de comunicación, el mundo del entretenimiento y cada palabra impresa y hablada; absolutamente nada debería obtener un pase; ni siquiera la religión, sin importar quién la promueva. Además, por todos los medios descartar la religión de la teoría no probada de la Evolución. Lo creas o no, los evolucionistas admiten que son una religión. Cualquiera y cualquier cosa que ofrezca una solución a la desesperanza y un mundo sangrante debe ser examinado, no sea que la repetición de los mismos errores produzca los mismos resultados desastrosos.

Ni siquiera deberíamos intentar defender los horribles errores cometidos por dos mil años de cristianismo. Por otro lado, ¿debemos guardar silencio por esos errores? Sin pedir disculpas, podemos destacar las vidas de aquellos que abrazaron la verdad que se encuentra en la Biblia y señalar todo el bien que hicieron por la humanidad y las cosas que continúan beneficiándonos.

Dos mil años de historia cristiana bíblica también nos confirman la confianza vital en la Biblia para buscar respuestas a fin de evitar los inconvenientes de las ideas religiosas humanistas-seculares y su mantra racista. Como cristianos bíblicos, nunca debemos disculparnos ni avergonzarnos por nuestra convicción de que la Biblia es la autoridad final en todas las áreas de la vida. Tanto los individuos como las naciones pueden confiar en la Palabra de Dios por encima de la palabra del hombre como la fuente de dirección más confiable y relevante para nuestro mundo.

Encontramos un paralelismo con los albores del cristianismo hasta nuestros días porque el pueblo de Dios se vuelve repetidamente indiferente a su condición espiritual, intelectual, emocional y cultural.

Desde el principio, cuando Israel fue liberado de la esclavitud en Egipto, Dios advirtió al pueblo que no abrazara las ideas y culturas de las naciones paganas, y si lo hacían, habría consecuencias. El razonamiento es muy sencillo, las ideas de Dios y sus caminos no se pueden comparar con los que van en su contra; históricamente producen resultados opuestos.

Durante 3,400 años los judíos esperaron al Mesías prometido. Los profetas les revelaron un Reino futuro y un Rey que sería indestructible y que Él gobernaría las naciones con justicia. Esta esperanza para el futuro vino en la persona de Jesucristo y Su gobierno y permanece con nosotros hoy para continuar enseñándonos cómo vivir. No hay necesidad de enfrentar la fatalidad y la tristeza como si no hubiera esperanza.

Este mismo Cristo victorioso que conquistó todo está vivo y bien en el mundo de hoy y ya nos ha dado la victoria sobre todas las circunstancias. Hebreos 13:8 dice: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos”.

Cuando entendemos y aceptamos el hecho de que Dios controla la historia y que generación tras generación se está llevando a cabo Su plan, cambia totalmente nuestra perspectiva sobre cómo interpretar el pasado, el presente y el futuro. En las Sagradas Escrituras tenemos el documento más importante que se puede verificar. La Escritura interpreta la Escritura y la historia lo confirma.

Como verdaderos seguidores de Cristo, no seguimos una ilusión sino una realidad. No tenemos por qué sentirnos intimidados ante momentos difíciles, sean los que sean; los confrontamos con el conocimiento y la sabiduría de Dios. A medida que continuamos enfrentando el futuro con todos sus desafíos abrumadores, debemos recordar que por esta razón nacimos. Fuimos reclutados para Su servicio y nuestra fe es bíblica y fuerte en defensa de nuestra libertad dada por Dios. Es nuestro deber con esta generación presente y las venideras. No nos acobardemos ante los desafíos que tenemos por delante.

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