Ramon Arias | 14 de enero de 2013
La desesperación y la frustración entre las personas se está intensificando día con día y no es una buena señal de lo que está por venir. Parece que a cada paso, con la mayoría de las decisiones, en lugar de resolver los problemas las cosas se están empeorando y en gran parte sí lo están. Somos testigos de una olla hirviendo a grados peligrosos y esto debería ser motivo de gran preocupación. Sin embargo, no debemos pensar que todos los indicios presentados por la realidad que ahora vivimos, con todos los temas en cuestión, son algo nuevo en la historia humana, esto no podría estar más lejos de la verdad. Todo lo que enfrentamos hoy ha afectado a generaciones desde un principio. ¿Acaso este hecho debería ser una fuente de consuelo? Por supuesto que no, sino que debe llamar nuestra atención y debemos estar dispuestos a hacer algo para detener esta locura y el ciclo sin sentido de suicidio cultural.
Una cosa es cierta, en su mayor parte, los expertos en economía, política, gobierno, educación, progreso social, los asuntos internacionales, y casi todos los de desarrollo humano comunal, continúan ofreciendo el consejo equivocado una y otra vez. Por medio de la historia sabemos que las democracias, el socialismo, los gobiernos grandes, la inmoralidad, la violencia y el crimen matan a las naciones. No tenemos que ir muy lejos para entender esto. Los siglos pasados son ejemplos excelentes de lo destructivo que estas características han sido para la humanidad, a pesar de los pocos logros que hayan realizado. ¿Sabes por qué? La razón es obvia, puesto que sin una comprensión correcta de las implicaciones morales de nuestras ideas y acciones erróneamente analizamos la vida.
Descubrimos a un gran costo que nuestra evaluación de la mezcla de valores, llamando a lo bueno malo y a lo malo bueno, es la raíz de la cuestión.
Hace acerca de 2,800 años, la nación de Israel estaba tan metida en problemas que no pudo ver la catástrofe que le vino como resultado de rechazar los absolutos morales de la verdad revelada de Dios. Los israelitas fueron advertidos por Isaías, el reformador social, de lo ciego y decadente que la nación se había convertido en problemas que habían creado para sí mismos: “¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! ¡Ay de los que se consideran sabios, de los que se creen inteligentes!” (Isaías 5:20-21).
Estados Unidos no se metió en este lío durante este siglo, ni incluso hace poco con este gobierno, el Congreso, la Suprema Corte o los Estados. Se ha ido acumulando desde el inicio de su nacimiento, cuando hombres sin escrúpulos se aprovecharon de este nuevo experimento de gobierno y estaban decididos a explotar y maniobrar el país lejos de sus ideales originales.
Con el fin de eliminar los ideales presentados por los Peregrinos en 1620, los que estaban en desacuerdo con estos ideales tenían que predicar por todos los medios que podían reunir para convencer a las personas que tenían el «derecho» a decidir lo que estaba bien y lo que estaba mal, sin referencia alguna a la base ética bíblica. La venta de esta mentira ha sido una fórmula repetida a lo largo de la historia, una que se ha escuchado vez tras vez: «Lo que es bueno para ti no necesariamente es bueno para mí. Y lo que es malo para ti no necesariamente es malo para mí». Lo que fue malo en un tiempo ahora se le llama bueno y lo que era bueno ahora se le llama malo. En la búsqueda de salirse con la suya y en la aceptación de la mentira a cambio de la libertad la mayoría de la gente está más que dispuesta a vender su alma sin ninguna consideración por su eternidad y mucho menos por el legado que dejan a las futuras generaciones.
Lo malo es malo y lo bueno es bueno. Los seres humanos no pueden participar en la definición, sólo el Dios de la Biblia es capaz. Él es el Creador y el que tiene el plan perfecto para el desarrollo humano. La advertencia es cada vez más fuerte para aquellos que piensan que son sabios en sus propios ojos y ante los ojos de quienes generosamente los alaban a pesar de su ridiculez. ¿Los nombres de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, Castro, Chávez, y muchos más les hace recordar lo que le hicieron a sus naciones? Las mentiras trajeron juicio a Israel durante el tiempo de Isaías. ¿De verdad crees que podemos escapar ese mismo juicio de parte de un Juez Justo, Dador de la Ley, Gobernante y Salvador, si continuamos aceptando y abrazando las mismas mentiras antiguas?
¿Es posible para el país poder encontrar su camino de regreso a los ideales originales? Sí, es posible reconstruir a la nación, siempre y cuando aceptemos la reconstrucción de las instituciones sociales con la ética de Dios como es revelado en Su Palabra. Sólo si mantenemos esto en mente, entonces la lucha valdrá la pena, pero si pensamos que sólo un retorno a una república constitucional es suficiente vamos a ser derrotados por aquellos que continuarán llamando a lo malo bueno y a lo bueno malo.