¿Qué tan importante es la presencia de Dios para ti?

Nena Arias | 26 de junio de 2023

“¡Oh Dios, tú eres mi Dios! Con diligencia te he buscado; mi alma tiene sed de ti.
Mi cuerpo te anhela en tierra árida y sedienta, carente de agua”.
(Salmo 63:1)

Al leer el versículo anterior, ¿te identificas con el clamor y el deseo profundo del salmista cuando expresa su anhelo por Dios? ¿Alguna vez has anhelado o estado sediento de Dios de la forma en que él le dice claramente a Dios cuánto lo necesita?

¿En qué orden de prioridad dirías que está la búsqueda de la presencia de Dios en tu vida? Por favor, créanme, no estoy tratando de ser graciosa. La razón por la que pregunto es porque la mayoría de las personas usan el tiempo que les sobra para asuntos espirituales, que en muchos casos prácticamente no llega a nada. Esa es la verdad. Las estadísticas muestran que el tiempo promedio que los pastores y líderes espirituales dedican a la oración diaria es de siete minutos, imagínate cómo es para el cristiano común. No es muy alentador, ¿verdad?

Además, déjame preguntarte esto, cuando lees acerca de las extraordinarias manifestaciones de la presencia y el poder de Dios en la Biblia o cuando Dios habló tan claramente a los profetas y a otras personas dándoles instrucciones tan específicas sobre lo que quería que hicieran, ¿alguna vez has tenido hambre de experimentar a Dios de esa manera? ¿O te preguntas por qué no vemos más de eso en nuestros días, especialmente porque vemos necesidades tan apremiantes a nuestro alrededor? Definitivamente yo si tengo esos deseos, a veces con mucha vehemencia.

Anhelar significa añorar, tener hambre, desear ansiosamente, tener una fuerte necesidad, requerir, pedir con seriedad, rogar por algo. ¡¡Guau!! ¿Alguna vez te has sentido así de necesitar la presencia de Dios y no me refiero solo a cuando te encuentras en una situación desesperada de crisis? En momentos de crisis, es fácil pensar en Dios e incluso clamarlo con gran ímpetu por la urgencia de una situación. Pero esos momentos son más por desesperación que por otra cosa, no porque realmente quieras acercarte a Dios por amor a él.

Me atrevo a decir que nunca hemos convivido con tantas opciones de distracción y entretenimiento como en la actualidad. Todos ellos compitiendo por nuestra atención. Solo con la televisión, las computadoras, los teléfonos celulares y el Internet, podemos gastar todo el tiempo que tenemos solo para navegar por todo ese mundo de contenido y no tener suficientes horas en el día para hacerlo.

Por otro lado, si hay algo que Satanás nos combate con mucha urgencia es la oración y la lectura de la Palabra de Dios. Quiere obstaculizarnos a como dé lugar. ¿Has notado que cuando decides dedicar un tiempo a la oración, de repente te vienen a la mente las cosas más olvidadas e insignificantes que has descuidado? ¿Tu mente comienza a divagar hacia otras cosas que no tienen nada que ver con tu propósito de oración? ¿O tu teléfono suena en ese preciso momento, o alguien te envía un mensaje de texto? O peor aún, te quedas dormido porque tu cuerpo está cansado.

Si todo eso sucediera cuando estuvieras hablando con un humano, se sentirían ofendidos porque no puedes concentrarte lo suficiente para tener una conversación con ellos, y te descartarían como una persona muy grosera. Sin embargo, eso nos sucede justo en el momento en que hemos decidido pasar tiempo con Dios, y le pedimos su atención, y luego nos desviamos en todos estos otros pensamientos y actividades.

He experimentado estas cosas justo cuando quiero pasar tiempo con Dios, así que incluso he tenido que disculparme porque estoy muy avergonzada ante él. Se merece mi mejor atención y sinceridad cuando me acerco a él.

Para lograr la meta de pasar más tiempo significativo con el Señor, significa que tenemos que prepararnos mejor para combatir todas esas contingencias antes de dirigirnos a Dios, para no faltarle el respeto. En primer lugar, designa diariamente un tiempo apropiado para tener comunión con el Señor. Elije un lugar privado para evitar distracciones e interrupciones. Apagamos nuestros teléfonos o los silenciamos. Es importante adoptar una posición o postura que no nos permita quedarnos dormidos y hacer un punto para concentrarnos deliberadamente en lo que estamos tratando de hacer, que es conectarnos con Dios en un nivel más profundo.

Practicar la presencia de Dios es tan importante que Deuteronomio 8:3 dice: “No sólo de pan vive el hombre…” Eso significa que al igual que buscaríamos desesperadamente comida si realmente tuviéramos hambre físicamente, haríamos lo mismo o incluso más para alimentar nuestra hambre espiritual de Dios. Él lo merece y nosotros con esa urgencia lo necesitamos.

Salmo 143:6
Extiendo mis manos hacia ti; mi alma te anhela como la tierra sedienta.

Isaías 55:1
Oh, todos los sedientos, ¡vengan a las aguas! Y los que no tienen dinero, ¡vengan, compren y coman! Vengan, compren sin dinero y sin precio…

Juan 6:35
—Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás.

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